miércoles 24 de abril de 2024

¡LO QUE NO SABEMOS, PERO DEBEMOS CONOCER! «Lo dejé porque me engañó; al tiempo me pidió verlo, nos vimos, nos acostamos y me siento terrible»

Lucía es una chica de provincia, de 24 años. Ya no es una adolescente. Sin embargo, habría que indagar en la vida de Lucía a ver con cuántas carencias afectivas se crio y cómo eso le afectó en la psiquis, inclusive, desde el punto de vista bioquímico-cerebral; preste atención, bioquímico-cerebral. Esto nadie lo sabe hasta que ves al psicólogo o psiquiatra. Pero, ¿Qué pasó con Lucía?

Ella es residente en Maracaibo, porque es de Caja Seca, Zulia. Para poder estudiar su carrera universitaria, Arquitectura, ella tuvo que mudarse a Maracaibo para ingresar a LUZ y poder asistir a clases. Junto con una compañera, alquilaron un apartamento en un centro residencial, al norte de Maracaibo, cercano a LUZ. Entre las dos pagan el alquiler y viven allí con la libertad que ofrece la vida de residente; cero padres, cero controles de adultos, cero normas impuestas. Ellas ponen sus normas y tratan ambas de cumplirlas.

Estando en la facultad, conoce a un muchacho, que llamaremos Alfredo. Este, es guapo, buen físico, rostro agradable, barbado –a Lucía la derrite un hombre con barba- y comenzaron a conversar. Salieron dos veces y ella lo invitó a su apartamento.

Allí conversaron, tuvieron su romance y se acostaron. Tuvieron un sexo ardiente –al menos, así lo describe ella- Pero, con el tiempo, Alfredo fue comenzando a mostrar su verdadero rostro. Ocultaba cosas y un día le dijo a Lucía: “Me voy para Colombia, voy a trabajar allá, la idea es hacer buen dinero y venirte a buscar”.

Lucía quedó ilusionada y comenzó ese amor de lejos que nadie desea. Un día, luego de tener Alfredo varios meses en Colombia, éste regresa al Zulia y llega a Maracaibo; Lucía estaba en Caja Seca, donde es su casa de origen.

Lucía no se enteró de que su amado Alfredo había llegado a Maracaibo, sino por una foto que descubre en el estado de WhatsApp de él. Ella se aterra y comienza a escribirle y a llamarlo, pero éste se muestra indiferente hasta que una noche, la llama: “Hola, amor, te he extrañado mucho…Tenemos que hablar”.

Para hacer esta historia más corta, Alfredo le cuenta a Lucía que él tuvo un ‘antiguo amor’ con una mujer y que, estando en Colombia se enteró de que con ella tuvo un hijo.

“Yo había terminado con ella, cuando salí contigo y no sabía que estaba embarazada y me acabo de enterar”. Lucía se queda estupefacta y muerta de la rabia y del celo. Se siente traicionada, porque, Alfredo no le fue sincero.

“Mi hijo está por encima de todo el mundo, incluso de ti” le sentenció el muchacho a Lucía “y las veces que su mamá me llame por mi hijo voy a ir, esté contigo o no”.

Lucía si notaba que Alfredo en Colombia estaba muy distante con ella y ella sospechaba que él veía a alguien en el vecino país.

Ella decidió acabar con la relación, porque, él le había sido muy claro y lo estaba demostrando. Ya no había encuentros de Alfredo con ella, sino con la mamá del muchachito y con el muchachito, obviamente.

Sin embargo, para Lucía ya era tarde. Ya estaba enamorada. A partir de allí, el Alfredo comenzó a tener una relación doble; es decir, se acostaba con su ex, o sea, con la madre de su hijo y lo propio con Lucía.

Lucía ya lo sabía, pero, “no podía evitarlo”. Luego llegaron los maltratos verbales y psicológicos de Alfredo, pero Lucía, lo perdonaba “porque lo amaba”.

Varias oportunidades tocaron la puerta de Lucía, pero, ella las rechazó “porque me gusta Alfredo, porque estoy enamorada”.

Finalmente, Lucía y Alfredo conversaron en Maracaibo. Ella, de regalo de cumpleaños, le armó a Alfredo una mesa romántica, con flores y velas; cenaron y luego fueron a la cama una vez más. Al día siguiente, Alfredo se fue y ni más le escribió a Lucía.

Ella quedó devastada y negada a terminar esta relación de apego con este muchacho y mucho menos abrirse a otras experiencias. Él, por el contrario, sigue ‘haciéndole el favor a su ex’ y teniendo otras relaciones muy abiertas por aquí y por allá.

Pasó el tiempo, prácticamente cinco meses y el hombrecito apareció de nuevo en la vida de Lucía: “Hablemos, te extraño, todo este tiempo sin ti me sirvió para darme cuenta que no puedo vivir sin tu presencia, que te extraño mucho”.

Aquello se convirtió en un debate entre la consciencia y el corazón, como lo dice la famosa salsa de Gilberto Santarosa, y pudo más el sentimiento. Lucía cedió, se vieron en Maracaibo, tuvieron relaciones y luego, el tipo volvió a ser el mismo déspota, engreído y maltratador de siempre.

Aquello terminó en maldiciones, insultos y ella lo botó ¿para siempre? no se sabe. He aquí el dilema de este reportaje. Siga leyendo, porque le interesa.

¿Por qué la mujer se permite ser humillada así?

Conversamos con una brillante y exitosa psicólogo y sexólogo, articulista de nuestro portal en la sección ‘Sexualidad en NAM’ autora del libro «El Amor todo lo Puede», una lectura basada en sus múltiples experiencias con pacientes con este tipo de padecimentos; la doctora María Fernanda Prieto y ella nos ofreció puntos de vista que muchos ignoramos y que debemos conocer, principalmente aquellas damitas que están padeciendo lo de Lucía.

“Es un patrón de conducta recurrente, porque, en nuestra cultura occidental, tenemos un nivel de información con algunas carencias en cuanto a relaciones de pareja y sexualidad, vistas desde una óptica profesional, con los estudios y aportes de la ciencia al tema. Todavía manejamos conceptos obsoletos de la pareja, donde se construyen a partir de la concepción machista de que, ‘yo hombre soy el proveedor y ella la mujer, es la que está en casa para atenderme y yo proveerle. Ella me cuida a mis hijos mientras yo trabajo y, eventualmente, yo puedo salir con mis amigos, porque yo soy el proveedor en casa y tengo ese derecho”.

“En ese mismo escenario –prosigue la doctora- está la mujer que piensa; ‘yo tengo un proveedor –un buen partido- que me va a mantener, que me va a sacar, que me va a comprar cosas, que me va a proveer y mientras él haga eso, yo callo y estoy a su lado, porque él me resuelve la vida”.

Prieto expone que eso se plantea en diferentes estatus sociales y “sucede que hemos crecido a lo largo de muchas generaciones con la creencia de que ‘el amor todo lo puede’ Todo lo puede, todo lo soporta, todo lo aguanta y todo lo perdona y se ha caído en ese error conceptual que supone que, como yo amo a esa persona, yo debo aguantar recibir maltratos y golpes, porque, el amor sobre pasa todas estas cosas y ese es un error muy dañino, sumamente dañino”.

Se trata de amar y ser amado

La psicóloga revela que “en esa enseñanza que nos dan, nos dicen que debemos amar, pero no nos echan la otra parte del cuento y es la que, así como amamos, debemos ser amados y, es importante que tú te sientas amada, valorada, cuidada, protegida y que debe haber una reciprocidad y cuando eso no se da, se genera el apego, porque, en la ausencia del amor, aparece el apego”.

Hay que revisar historias de crianza

Otro elemento que asoma en este tema la doctora, es la de la crianza de niños y niñas con papás “abandonadores” donde hay madres solteras que se desempeñan solas y, eventualmente, por necesidades económicas, en la mayoría de los casos aceptan que ese hombre que va y viene, se acerque, porque gracias a ese toque, se sobrevive.

Es un tema que incluye lo bioquímico-cerebral ¡Ojo con esto!

“Cuando vives con esas carencias afectivas –argumenta Prieto- llenas ese vacío con cualquier muestra de cariño, de afecto o de atenciones, galanterías, en la mujer, en la mayoría de los casos, confunden amor por ese pico de dopamina que obtienen cuando el hombre le da la recompensa de un encuentro amoroso, buenos tratos, palabras lindas, y en muchos casos dinero; estas se hacen una película de ilusión en su cabeza, donde ella piensa que él ha cambiado y que habrá reconciliación, volviéndose eso un círculo vicioso, porque, es tan buena la recompensa –muchas veces es sexual- que se dan después del castigo que la mujer necesita vivir siempre ese pico elevado de la reconciliación”.

La dopamina está involucrada en la regulación del estado de ánimo, en la motivación y en el control motor.

Dopamina: es el neurotransmisor catecolaminérgico más importante del Sistema Nervioso Central (SNC) de los mamíferos y participa en la regulación de diversas funciones como la conducta motora, la emotividad y la afectividad así como en la comunicación neuroendócrina.

La doctora complementa: “Todo lo que es el sistema endocrino responde a la línea de pensamientos que el sistema de creencias de la persona ha asumido; si estás manejando un ideal de pareja, donde, ya se experimentó el abandono, el maltrato, la ausencia, se constituye en su sistema psíquico la idea de un amor abandonador, maltratador, y en ese sentido, va a enviar una información al sistema endocrino y al sistema nervioso para que h haya un tipo de comportamiento biológico que va a terminar en un comportamiento conductual que es este de la adicción”.

Prieto advierte que una persona que esté padeciendo este tipo de episodios en su vida necesita ayuda profesional: “Estas cosas no sanan hablando con una amiga, debes acudir a un profesional, porque hay que desinstalar programas e instalar nuevos programas”.

Hay que revisar la personalidad

Prieto recordó que “la personalidad de un individuo se forma a partir de los 6-7 años de edad; si esta niña ha vivido el abandono o un padre ausente, emocionalmente, muy probablemente haya aprendido que, quien la ama no la atiende, la deja, la descuida, y probablemente vaya a buscar repetir ese mismo patrón en las parejas que eligen”.

“En el apego –prosigue- existe una vinculación emocional con la persona con la que se está relacionando, en este caso, con la pareja. Esto da paso a la dependencia emocional, donde existe la creencia irracional de que ese vínculo proveerá de manera única y permanente placer, seguridad y autorrealización.

Como tratar a un drogadicto

La doctora Prieto afirma que, en estos casos, el paciente debe ser tratado cual, si fuera un adicto a las drogas, porque, el efecto, en términos de la adicción, en este caso a la persona y a la relación insana, es el mismo que causa la droga en el consumidor.

“La persona por sí misma no puede dejarlo, no puede avanzar, no puede soltar esta relación. Las personas que presentan dependencia emocional tienen algunas características, entre las cuales, podemos encontrar la de no soportar estar a solas; la distancia física y emocional con su pareja le genera estrés y ansiedad, porque, sienten que en algún momento esa persona las dejará para siempre. Hay un temor irracional al quedarse solo por el cual no abandonan la relación, porque, llegan a pensar que, después de esa persona, nadie más los querrá, evidenciando una autoestima baja, frágil y piensan que ésta es la única persona que las va a aceptar tal como son”.

“otra característica –afirma Prieto- es que se muestran sumisos ante sus parejas y es por eso que el hombre, después de haberla dejado, la llama, le insiste y ella al final cede y vuelve, porque hay una sumisión bien marcada y no son capaces de expresar sus opiniones o discutir, por el hecho de no disgustar a su pareja, por el riesgo de ser abandonada, fue una conducta aprendida al ser abandonada en la infancia. Ellas suelen sentirse inferiores a los demás y se obsesionan con la idea de ser sustituidos rápidamente por otra persona. Son personas muy inseguras y muy celosas. Los Celos vienen desde el miedo a perder lo que tenemos”.

Finalmente, la doctora expone que una de las formas en las cuales se puede trabajar la dependencia emocional, además de tratarla como adicción, es trabajando las heridas emocionales del pasado que no fueron sanadas, que aún están abiertas y que pueden ser lastimadas por el mismo tipo de pareja, aunque se elijan otras personas. Eso se trabaja en consulta, ya sea convencional o con algún tipo de terapia, que pudiera ser la terapia regresiva o la de programación neurolingüística.

Psicóloga haciendo terapia

“En los casos que yo he tenido ha dado excelentes resultados y la pareja puede soltar ese vínculo obsesivo, sanar la herida y avanzar a una relación sana, donde no existan apegos sino amor y no un amor romántico, sino un amor real”.

Aprovechamos para dejar el contacto con la Dra. María Fernanda Prieto, para toda aquella mujer o aquel hombre que necesite y quiera recibir la ayuda y la orientación que necesita para superar estos obstáculos en sus vidas

Psicóloga/Sexóloga

María Fernanda Prieto

Consultoría privada: +58.424.632.08.68

Social media: @Maferpuntog

NAM/Ernesto Ríos Blanco/Reportajes Especiales

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