domingo 30 de junio de 2024

¡JUEVES SANTO! El Papa pide escuchar las enseñanzas de Jesús

El Papa Francisco presidió, en la mañana de este Jueves Santo, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, la Santa Misa Crismal junto con los Cardenales, Obispos y presbíteros presentes en Roma.

En su homilía, el Santo Padre quiso reflexionar sobre el sentido del término “multitud” en los Evangelios, y su relación con Jesús. En concreto, Francisco se centró en las tres gracias que caracterizan la relación entre Jesús y la multitud: seguimiento, admiración y cohesión.

“No es despreciativo el término ‘multitud’. Quizás en el oído de alguno, multitud pueda sonar a masa anónima, indiferenciada… Pero en el Evangelio vemos que cuando interactúan con el Señor –que se mete en ellas como un pastor en su rebaño– las multitudes se transforman. En el interior de la gente se despierta el deseo de seguir a Jesús, brota la admiración, se cohesiona el discernimiento”.

Además, durante la celebración, los sacerdotes renovaron las promesas realizadas en el momento de su ordenación sacerdotal. Posteriormente, el Papa bendijo los oleos de los enfermos, de los catecúmenos y del crisma.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

El Evangelio de Lucas que acabamos de escuchar nos hace revivir la emoción de aquel momento en el que el Señor hace suya la profecía de Isaías, leyéndola solemnemente en medio de su gente. La sinagoga de Nazaret estaba llena de parientes, vecinos, conocidos, amigos… y no tanto. Y todos tenían los ojos fijos en Él. La Iglesia siempre tiene los ojos fijos en Jesucristo, el Ungido a quien el Espíritu envía para ungir al Pueblo de Dios.

Los evangelios nos presentan a menudo esta imagen del Señor en medio de la multitud, rodeado y apretujado por la gente que le acerca sus enfermos, le ruega que expulse los malos espíritus, escucha sus enseñanzas y camina con Él. «Mis ovejas oyen mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,27-28).

El Señor nunca perdió este contacto directo con la gente, siempre mantuvo la gracia de la cercanía, con el pueblo en su conjunto y con cada persona en medio de esas multitudes. Lo vemos en su vida pública, y fue así desde el comienzo: el resplandor del Niño atrajo mansamente a pastores, a reyes y a ancianos soñadores como Simeón y Ana. También fue así en la Cruz; su Corazón atrae a todos hacia sí (cf. Jn 12,32): Verónicas, cireneos, ladrones, centuriones…

No es despreciativo el término “multitud”. Quizás en el oído de alguno, multitud pueda sonar a masa anónima, indiferenciada… Pero en el Evangelio vemos que cuando interactúan con el Señor —que se mete en ellas como un pastor en su rebaño— las multitudes se transforman. En el interior de la gente se despierta el deseo de seguir a Jesús, brota la admiración, se cohesiona el discernimiento.

NAM/Aci Prensa