viernes 19 de abril de 2024

¡INMERSOS EN PLÁSTICOS! Los microplásticos se detectan por primera vez en la sangre humana

Hasta la actualidad, los investigadores han encontrado muestras diminutas de plásticos en lugares insospechados. Desde el Everest, el pico más alto de la Tierra, hasta en las propias heces o en placentas humanas. Referente al cuerpo humano, ya advirtieron que los microplásticos llegaban hasta el intestino a través de bebidas y alimentos que se consumían a diario.

De hecho, un estudio de la Universidad de Newcastle sugiere que, a nivel mundial, ingerimos un promedio de 5 gramos de plástico cada semana, el equivalente a una tarjeta de crédito.

Pero los datos acerca de los microplásticos no se han detenido ahí. Un reciente estudio holandés investigación ha mostrado que han ‘traspasado’ la barrera, encontrándose por primera vez en la sangre humana.

Esta investigación, dirigida por las investigadoras Heather Leslie y Marja Lamoree, de la Universidad Libre de Ámsterdam (Vrije Universiteit), constatan que se han hallado trozos de plástico -de 5 milímetros o menos-, provenientes del entorno vital y absorbidos por el torrente sanguíneo humano.

Inmersos en plástico

Durante el estudio, las investigadoras analizaron la sangre de 22 donantes anónimos, de los que 17 presentaron cinco polímeros diferentes, los componentes básicos del plástico. En cifras globales, la concentración de partículas de plástico en la sangre de los 22 donantes ascendió a una media de 1,6 microgramos por mililitro.

Los resultados apuntan a que el tereftalato de polietileno (PET), el polietileno y los polímeros de estireno fueron los tipos de plástico más comunes encontrados en las muestras de sangre, seguidos del polimetilmetacrilato.

Este tipo de material se encuentra, dicen las investigadoras, en plásticos de uso habitual, como botellas de plástico, bolsas de la compra, envases de alimentos y cubiertos desechables, entre otros.

En palabras tanto de Eulalia M. Beltrán Rodríguez como de Miguel González, ambos ecotoxicólogos del departamento de Medioambiente del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), “el simple hecho de darle un golpe a una botella de plástico y que se exponga al sol, pueden ser razones suficientes para que se expulsen microplásticos, que luego acabarán en el organismo”.

Y ya no se trata sólo de los envoltorios de los alimentos, sino que, además, también entra en juego la contaminación de los ecosistemas. Según datos proporcionados por el Fondo Mundial para la Naturaleza, se vierten sólo en el océano 11 millones de toneladas de plástico.

“Hay animales en los que los microplásticos ya se han adherido a ellos, y, después, nosotros los ingerimos. Vivimos inmersos en el plástico”, lamenta Rodríguez.

Según estos ecotoxicólogos, en la actualidad existen cerca de 6.300 millones de plásticos “que andan contaminando el planeta”. Desde que apareció el primer plástico (baquelita) de aquel laboratorio estadounidense en 1907, su producción ha ido en aumento. Sólo en 2015 se generaron más de 7.000 millones de toneladas de residuos plásticos en el mundo.

¿Cómo han llegado hasta la sangre?

Al igual que ya se ha demostrado en estudios anteriores, existen varias rutas de exposición potenciales por las que los microplásticos se ‘cuelan’ en el organismo.

Como pueden ser las mucosas, ya sea por ingestión o inhalación: “Las partículas de plástico ultrafinas inhaladas pueden absorberse y acumularse en los pulmones, mientras que se espera que la mayoría de las partículas más grandes se expulsen con la tos y, finalmente, se traguen. De esta forma tendrían una segunda oportunidad de absorción a través del epitelio intestinal“, detalla el estudio.

Incluso, las investigadoras del estudio señalan a una posible, aunque poco probable, absorción de estos microplásticos a través de la piel si estuviese dañada.

En esta misma línea, las expertas apuntan a que la administración de fármacos también podría ser un a vía considerable. “Los transportadores poliméricos de tamaño nanométrico pueden administrarse por fármacos a través de la barrera hematoencefálica”, añaden en el estudio.

Aun así, la investigación detalla que las concentraciones de partículas de plástico reportadas son la suma de todas las rutas de exposición potenciales: fuentes en el entorno de vida que ingresan al aire, agua y alimentos, pero también productos de cuidado personal que podrían ingerirse (por ejemplo, PE en pasta de dientes, PET en brillo labial), polímeros dentales, fragmentos de implantes poliméricos, nanopartículas poliméricas de suministro de fármacos o residuos de tinta de tatuaje.

Según detalla la investigación, es científicamente plausible que las partículas de plástico puedan ser transportadas a los órganos a través del torrente sanguíneo. Una situación que genera varias dudas acerca del impacto que esto puede tener en la salud pública.

“Todavía no se sabe qué consecuencias pueden tener, pero si estos microplásticos llegan, está claro que podemos tener un grave problema”, alerta también Rodríguez.

NAM/Agencias

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