Migrar hoy en día no es igual a cuando se hacía hace unos veinte años, aun cuando, las motivaciones para que la gente emigre siguen siendo las mismas: búsqueda de oportunidades. El problema está en el cómo se emigra. Irse del país en el que se ha nacido y crecido no es fácil, pero tampoco lo es quedarse para quienes no ven claro su futuro y el de sus familias, principalmente el de sus hijos. Lo más importante, antes de tomar la decisión es evaluar, con toda la información posible y la mayor objetividad que el caso lo permita sobre los desafíos con los cuales el emigrante se va a encontrar en el camino o el que se queda va a afrontar en casa.
Las ONG Caleidoscopio Humano, específicamente su proyecto Monitor Desca, Espacio Anna Frank, y Koyobo fueron los grupos que se dieron cita el lunes 18 de diciembre para conmemorar la celebración del Día del migrante. El encuentro se realizó en las inmediaciones de la Plaza de los Museos de Bellas Artes, en Caracas y sirvió para hablar sobre las oportunidades y los desafíos que enfrentan los jóvenes migrantes.
Para el internacionalista y miembro de monitor Desca, Francisco González, la migración de los jóvenes venezolanos se enfrenta a un gran número de desafíos que pueden vulnerar sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (Desca). La violencia y la xenofobia, por ejemplo, los lleva a ocultar las manifestaciones culturales propias de su nacionalidad y violenta sus derechos culturales.
“Tienden a desprenderse de su acento, de sus tradiciones y de sus costumbres, para no parecer venezolano y así protegerse de las posibles agresiones. Sin embargo, el derecho a la cultura y a la identidad cultural es también un derecho humano”.
Visibilizar historias migratorias
Por su parte, Fátima Farinhas, miembro de Espacio Anna Frank, quiso destacar la necesidad de retratar el lado humano de la diáspora venezolana. Para ella, desde grupos defensores de los derechos humanos, como la ONG de la que forma parte, tienen que visibilizar las historias de los migrantes más allá de los datos o las cifras.
Sobre la cantidad de migrantes habló Sofía Marquina, cofundadora y directora Alianza Koyopo, quien señaló que deben encontrarse, aproximadamente, 7 millones de venezolanos en el extranjero y entre ellos, al menos 4 millones son jóvenes en edad de trabajar o estudiar.
“Venezuela ya no es un país joven”, sentenció Marquina. Esta sería la consecuencia de la gran migración de población juvenil. No obstante, aclaró que, por eso mismo, los jóvenes que quedan deben empoderarse y formarse para ocupar un rol cada vez mayor en la sociedad y en su futuro.
Quedarse ¿Es más difícil?
Pero desde Koyobo ven que ese proceso de empoderamiento de los jóvenes que se quedaron en Venezuela enfrenta también sus propias amenazas. En primer lugar, muchas personas en edad de estudiar no pueden o no quieren proseguir con su formación académica y optan por entrar al mundo laboral.
Igualmente, muchos jóvenes no están interesados en la cuestión pública y eso hace difícil que se involucren en los espacios de toma de decisiones. Son estos mismos grupos demográficos quienes registran mayor número de abstención, porque muchos no se han inscrito todavía en el Consejo Nacional Electoral.
Oportunidades
Pero en el conversatorio también se abordó el tema de las oportunidades que tienen los jóvenes venezolanos, tanto aquellos que emigraron, como los que tomaron la decisión de quedarse en el país.
Para Farinha, los jóvenes tienen la posibilidad de acceder a mayor cantidad de información y de transformarse en multiplicadores de ese conocimiento, en especial cuando son datos sobre sus propios derechos humanos.
González, en cambio, manifestó que desde Monitor Desca persiguen documentar la situación de los derechos humanos en Venezuela y hacer que los jóvenes participen en la búsqueda de la justicia, como base para una sociedad libre y en paz.
Por último, Marquina enfatizó que la diversidad cultural del país se ha enriquecido gracias al proceso migratorio, ya que muchos retornan a Venezuela con una influencia de las naciones que los recibieron.
Esta nueva ola de retornados, ya cargados de otra impronta cultural, debe transformar la mentalidad de la sociedad y producir cambios en el futuro. “La juventud venezolana tiene una gran oportunidad, la oportunidad de hacer las cosas diferentes”.
Prepararse, documentarse y formarse es clave
En todo caso, la visibilización de la diáspora y sus historias debe contribuir a la reflexión de quien está tomando la decisión entre irse o quedarse. Existen lecturas muy útiles que pueden iluminar caminos, abrir sentidos e incentivar la reflexión. Uno muy recomendado es la obra de Harry Czechowicz Grynszpan y Sonia Peña.Czechowics, adaptada por Oscar Hernández Bernalette y Alfredo Zuolaga: ‘Inteligencia Migratoria ¿me voy o me quedo?’ Un material que trae experiencias y reflexiones muy útiles para que quien migre no muera en el intento o quien se quede no muera por no salir.
NAM/Redacción/EL Pitazo
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