martes 23 de abril de 2024

¡GRACIAS A LA PAZ! Cambiar fusiles por flotadores: el turismo en el corazón de las FARC

En las montañas que rodean La Uribe, donde hace una década se escuchaban bombardeos y disparos entre el Ejército colombiano y las FARC, ahora reina el trino ahogado de los pájaros cuando irrumpen los turistas en flotadores deslizándose por los rápidos y meandros del río Guape.

Esta zona, que fue refugio histórico de la guerrilla, tras el Acuerdo de Paz de 2016 abrió al turismo sus deslumbrantes y escondidas cascadas y el descenso por el cañón del Guape en gigantescos “donuts”.

“La guerra hoy es una oportunidad”, asegura a EFE Óscar Forero, un joven uribense de 25 años que ahora se dedica a guiar a los turistas a través del río, evitando que se vayan con el flotador por las partes más rápidas o empujando cuando se quedan enganchados en las zonas más relajadas.

Turistas navegan por el cañón del río Guape, el 18 de febrero de 2023, en La Uribe, departamento del Meta (Colombia). EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

 

Forero los guía por un cañón imponente, que supera los cien metros de altitud en sus zonas álgidas y cuyas paredes sinuosas a ratos se cierran formando cuevas donde los guácharos, que duermen por el día, se alborotan y gimen con chillidos.

En el corazón de las FARC

Es un recorrido que hasta 2017 nadie había descendido y que solo ahora se está habilitando al público porque estaba en “zona roja”.

“Uribe no es solo cascadas, Uribe es historia”, explica Forero sobre este pueblo golpeado por el conflicto armado, donde la mayor parte de sus 18.000 habitantes son víctimas.

Este municipio del departamento del Meta es conocido en el país como terreno “fariano” pues formó parte de la zona de distensión que en 1998 el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana le dio a la guerrilla para preparar para uno de los procesos de paz frustrados.

Está también a solo unos kilómetros de Casa Verde, sede de uno de los grandes campamentos de las FARC que el Ejército bombardeó en 1990 para desmantelar a la guerrilla, pero que propició su expansión.

Atanael Rojas, que fue uno de los primeros pobladores de La Uribe, lo describe como “lanzar una piedra en un avispero y quedan todas las avispas regadas”.

NAM/efe

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