Mohamed Salah se estaba relajando en su habitación de hotel en Grozny, cuando se le informó que un dignatario había llegado sorpresivamente y lo esperaba en el vestíbulo.
Cuando el delantero acudió, se encontró con el líder checheno Ramzan Kadyrov.
El exrebelde apoyado por Moscú quería pedirle un favor al astro de la elección de Egipto: ¿Podía acompañarlo el estadio local cercano, donde se entrenaba el resto de la selección egipcia frente a miles de fanáticos locales?
Salah accedió, y apareció en el estadio que lleva el nombre del padre de Kadyrov, muerto en un asesinato. El futbolista y el líder fueron aplaudidos por el público. Salah llevaba una camiseta blanca de su equipo, mientras que su anfitrión vestía un conjunto deportivo verde.
El episodio del domingo por la noche causó una andanada de críticas en las redes sociales, ante los antecedentes cuestionables del líder checheno en materia de derechos humanos. Algunos consideraron que no hizo sino aprovecharse de la imagen de Salah.
Y si Kadyrov anotó un gol en la cancha de las relaciones públicas, la selección egipcia fue sorprendida en fuera de juego.
“He ahí a Kadyrov, tratando de aprovechar el hecho de que Chechenia sea la base de concentración de un equipo, para publicitar su imagen… Era algo 100% predecible”, consideró Rachel Denber, subdirectora de la organización Human Rights Watch para Europa y el centro de Asia. “A él le encantan los reflectores. Ejerce un control férreo sobre Chechenia, y ha buscado socavar cualquier tipo de trabajo o defensa política en el tema de los derechos humanos”.
Kadyrov, quien usa la barba característica de los musulmanes conservadores conocidos como salafíes, fue rebelde pero ahora se muestra leal a Moscú. Ha sido la figura dominante en Chechenia desde 2004, cuando fue asesinado su padre, el presidente Akhmad Kadyrov.
Ha impuesto estrictas leyes islamistas en Chechenia, y ha recurrido a las temibles fuerzas de seguridad para acallar cualquier disidencia. Durante su régimen, han surgido numerosos reportes de ejecuciones extrajudiciales y tortura en la república, donde estallaron dos devastadoras guerras separatistas en la década de 1990.
Recientemente, Kadyrov fue criticado tras surgir reportes sobre represión a los gays en Chechenia. El líder insiste en que simplemente no hay homosexuales en la región.
NAM/AP