Maracaibo viene reclamando desde hace varias lunas, muchas para ir más allá, un espacio donde sus niños puedan tener la posibilidad de desarrollar todas sus potencialidades con base a la diversión, la cultura, el entretenimiento y el aprendizaje, tal como ocurrió en Caracas con la consolidación de un proyecto en el cual, en el caso de Maracaibo, varias personalidades del ámbito cultural estuvieron involucradas para impulsarlo y hacerlo realidad.
Se trata del Museo de los Niños de Maracaibo, conocido oficialmente como Museo Infantil de Maracaibo, cuya arquitectura fue diseñada por NMD NOMADAS, una de las empresas emergentes más importantes del continente americano, con presencia en 3 países y 6 ciudades.
Para la puesta en marcha de este proyecto arquitectónico se realizó un concurso nacional y la propuesta de NMD Nómadas fue la que ganó por su visionaria y muy vanguardista visión de lo que debía construirse para el Museo Infantil tomando en cuenta el clima, el terreno y su ubicación.
Así nació entonces la idea de “seis árboles de sombra” nombre que se le dio la obra arquitectónica plasmada en plano y maqueta que, desafortunadamente solo quedó en el levantamiento de dos de las torres.
Se trata de seis edificaciones que se plantean como “6 árboles” dispuestas a lo largo de más de 3.500 metros cuadrados de parque público en sombra frente al Lago de Maracaibo, espacio único en la ciudad.
La obra
Son seis contenedores temáticos dispuestos en sentido norte sur franco, y unidos sólo por sus vértices. El conjunto busca englobar un importante complejo cultural de servicios y apoyo a la niñez de la región.
Estos seis árboles convertidos en cestas de acero, están suspendidas a través de un núcleo central en concreto que funge como conexión vertical y dotador de servicios. El desarrollo paisajístico se une en intención con la temática implícita en los edificios, disminuyendo los límites entre lo construido y lo natural, donde la experiencia sensorial y museística comienza no dentro del museo sino desde fuera.
Es sin duda una obra vanguardista de primer mundo, que, de haberse concluido fuese hoy en día un espacio excepcional para todos los niños del Zulia y para el desarrollo turístico de la región.
Lamentablemente se aprobaron unos recursos y se comenzó la construcción de los contenedores y a duras penas se levantaron esos dos en su estructura base, para luego detener y congelar el proyecto para siempre.
Maracaibo llora la paralización de esa obra, ahí están las ruinas de lo que pudo ser un orgullo arquitectónico de la ciudad y un espacio inmejorable para los niños. Queda a la espera de algún gobernante que lo impulse, así como obras de la talla del Aula Magna de LUZ y otros espacios que se han quedado en el sueño.
NAM/Fotografía al Minuto
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