Dos temporadas y medias después, el romance entre Zinedine Zidane y el Real Madrid se tomará un tiempo. Si, un tiempo porque no creo que este sea el fin de esta relación que ha llevado al conjunto merengue a la cima del balompié europeo.
La era de Zidane ha sido magnifica de principio a fin. Desde su llegada como interino para suplir a Rafael Benitez hasta la final de Kiev que se decidió con dos goles de Gareth Bale. Después de tres Champions League ganadas en menos de tres años, es imposible mejorar lo que hizo el entrenador francés.
Zidane, el rey de Madrid
Pese a que no nos dejara grandes innovaciones tácticas, Zidane comprendió cómo se tiene que entrenar al Real Madrid. Un conjunto que se construye desde los jugadores hacía el entrenador y no al revés. Donde los nombres que saltan a la cancha son más importantes que el que se para por delante del banquillo.
El actual Real Madrid cuenta con los mejores jugadores del mundo, los mismos que no necesitan de grandes ideas para ser competitivos. No como el Manchester City, PSG o cualquier otro equipo que se intente construir para dominar.
Zidane, quien no llegó como un cualquiera, entendió que necesitaba gestionar más que acomodar. Que era necesario darle a las piezas la comodidad dentro del plantel antes que innovar o tomar decisiones tácticas determinadas. Ojo, no significa que nunca lo haya hecho. Siempre entendió de los momentos. Si estaba bien Isco jugaba, si estaba bien Asensio jugaba y si estaba bien Bale jugaba. Nunca le tembló el pulso, nunca dudó de sus talentos. Algo que es necesario ante la magnitud de nombres que entraban con él a los vestuarios.
El Real Madrid hoy queda huérfano del entrenador que mejor comprendía esta plantilla. Un equipo ganador que hoy mira a todos desde arriba. ¿Tomó una buena decisión?, eso es tema de cada quien pero, ante lo difícil que es convivir en un mundo de enunciados, Zidane se fue como el rey del mundo. El rey de Madrid.
NAM
