viernes 26 de abril de 2024

¡ELLA ES VIANNEY DOS SANTOS! Una pizca de su dulce mundo: La única mujer desaparecida en el naufragio de La Tortuga (Fotos)

Paralelo a su constante sonrisa que todo lo ilumina, en sus redes sociales –públicas- solo hay tristeza, palabras de congoja y mensajes de cariño, muestras de afecto y profunda conmoción por el terrible desenlace en la vida de esta joven venezolana que en mala hora corrió con el infortunio de estar presente en la embarcación que zozobró el pasado viernes, 3 de septiembre entre las 2.00 y las 3.00 de la tarde a unas 20 millas náuticas de Higuerote, Miranda, faltando poco para llegar a la Isla Tortuga, en las Dependencias Federales venezolanas.

Desafortunadamente, los pronósticos son nada alentadores. Los expertos de la ONSA, han explicado al detalle los pormenores que comunente ocurren cuando se produce un naufragio de esta naturaleza en medio de altamar. «Si no falleció el mismo día que zozobraron, a lo sumo pudieron durar tres días, solo los niños, su mamá y la muchacha que se guardó en la hielera tenían reales opciones de sobrevivir, tal como pasó, desgraciadamente, la mamá muere por deshidratación, ella no se hidrató  a  sí misma para salvar a sus pequeños», explicó entonces el funcionario del organismo.

La historia del naufragio todos la conocen. La chica que sale muy sonriente, cuál era su costumbre, grabando el último video en vida que, como grupo, tomaron en la embarcación cuando apenas salían hacia La Tortuga era ella, Vianney Dos Santos: “Saluden al video, el video…” lucía feliz, radiante, plena, en compañía de sus amigos, sin pensar que esa imagen le daría la vuelta al mundo entero bajo la sombra de la fatalidad.

Su hermana gemela Emily Dos Santos, muy consternada, aún guarda esperanzas de vida, a pesar de que los especialistas en estos eventos aseguran, juran y perjuran que, por el tiempo transcurrido y por todas las condiciones que rodearon el naufragio, las probabilidades de vida es de cero.

Sin embargo, Emily cree que algún pescador la rescató, que se encuentra en algún pueblito inhóspito, alguna islita de esas habitadas por dos o tres familias que, al no tener como comunicarse, no la han podido reportar. Es una esperanza grande, aunque cada día que transcurre es una aproximación a lo que en realidad pudiera ser una certeza, nadie pudo sobrevivir ante tales circunstancias. No obstante, NAM ha querido presentársela almundo. Ella es Vianney Dos Santos, y éste es su dulce mundo. Conozcámoslo.

Su dulce mundo

Tal como lo dice en su red social en Instagram, como la mayoría de los venezolanos que desde chicos tuvieron el norte de estudiar y construirse una carrera profesional, Vianney se graduó de Licenciada en Administración Comercial en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG), pero se hizo “cocinera por necesidad + curiosidad = Pasión” y así se hizo panadera y pastelera certificada.

Se formó en el arte de la repostería en la Escuela de Gastronomía ‘Mariano Moreno’ donde obtuvo su certificación para dar rienda suelta a su creatividad y a todo su buen gusto, que mezclado como ingrediente sine qua non con la pasión que le imprimía a cada cosa que hacía la llevaron a ser una extraordinaria repostera con creaciones realmente divinas y hermosas, a decir de sus publicaciones y todos los comentarios de comensales, clientes, amigos y familiares.

Era amante de la naturaleza y de los animales, nunca abandonaba a su mascota que adoraba y profesaba mucho amor por todos los animales. Con su carácter alegre, jovial y divertido no hacía sino cosechar amistad y simpatía entre quienes tuvieron el privilegio de compartir la vida con ella. Sin duda alguna sus comensales, sus clientes, familiares y amigos extrañarán sus dulces y exquisitas creaciones, pero no más que su alegre sonrisa y su mirada radiante llena de vida y energía.

Se casó apenas hace dos años, en octubre de 2019, con Alejandro Osorio, un buen hombre que la amó, la respetó y la acompañó hasta el desenlace final haciendo honor a ese decreto divino “hasta que la muerte nos separe”. Prepararon una ceremonia íntima, sencilla, pero elegante al mismo tiempo para su matrimonio civil, con el paisaje de Caracas rodeada por El Ávila como escenario, nada menos que ideal y “perfecto”.

Siempre quedará espacio para la esperanza. A esta joven pareja le tocó este destino marcado por la fatalidad, cual si fuera una historia de novela guionada por un dramaturgo y como han vivido muchos sus historias de vida, el desenlace tan triste de ellos deja espacio para una reflexión para todos como personas: No olvidemos nuestra fragilidad…! Donde quiera que estés, Vianney, seguirás endulzando los acongojados corazones de quienes tuvieron el privilegio de tenerte y de conocerte y de disfrutar tu hermosa mirada y tu espléndida sonrisa, ah, y también tus divinas creaciones reposteras.

NAM/Ernesto Ríos Blanco

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