La palabra «Resurrección» significa volver a la vida y en este mensaje quiero hacer énfasis en ello: ¡Volver a la vida! El ave fénix es una metáfora interesante sobre esa capacidad de renovación. La muerte es posible de varias formas y creo que esta capacidad admirable por renovarnos, por recobrar el aliento, las ganas y las fortalezas a partir de nuestras miserias y cristales rotos pasa primero por una fase realmente oscura que muchos habrán vivido sin duda en propia piel.
Cuando atravesamos un momento traumático, todos “morimos un poco”, todos dejamos ir una parte de nosotros mismos que ya no volverá, que ya nunca será igual. Los momentos difíciles, las experiencias traumáticas siempre serán vistas como negativas, dolorosas; sin embargo, lo que suceda a partir de ella depende de cada persona. En nuestra mano está levantarnos de nuevo; cobrar vida una vez más a partir de nuestras cenizas en un triunfo sin igual; o, por el contrario, limitarse a vegetar y a derrumbarnos.
Volver a la vida es un proceso de creerse muerto de alguna forma, incluso muchos que deciden poner fin a sus vidas posiblemente tengan algo de esto y en los momentos que siento por alguna razón que necesito volver a la vida, pienso y medito sobre aquello que debo dejar que muera. En cada cosa que termina o que finaliza hay una parte de nosotros que se irá también, se convertirá en cenizas; en los restos de un pasado que nunca más volverá y ese volver a la vida trae consigo una nueva forma.
No subestimar el dolor, la tristeza es determinante para que el duelo ocurra de forma sana y el proceso de volver a la vida ocurra a través de un rebote que nos eleve mucho más en amor propio, sabiduría y bienestar.
NAM/Laura La Rosa Colmenares/Coaching
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