Como todos los lunes, Laura La Rosa Colmenares nos trae su «Mensaje de los Lunes» para iniciar la semana con armonía, sabiduría, paz y entendiendo que en todos los procesos humanos existen grados de complejidad que debemos saber manejar. Aquí tenemos este mensaje muy interesante
Hay conversaciones de conversaciones y hay unas muy complejas de tener.
¿Qué hace que una conversación sea compleja?
Desde mi punto de vista, una conversación compleja tiene los siguientes elementos:
.- El interlocutor; es decir, la persona con la cual la tendré es realmente importante para mí, de allí algunos miedos a perder la relación.
.- El tema, el contenido a tratar es un elemento que puede parecer difícil de manifestar y como consecuencia también genera miedo.
.- Pensar en cómo lo tomará la otra persona: con frecuencia escucho en mis sesiones «es que no sé cómo lo tomará» «creo que no le gustará» se pondrá de ésta o aquella manera» se alejará de mí», entre otras.
.- La expectativa es otro elemento importante. Ir a conversar con una expectativa fija puede ser causante de frustración con un resultado diferente.
.- Mal manejo emocional, si no sabemos canalizar la emocionalidad propia frente a un tema complejo, es poco probable entender, manejar o acompasar la emocionalidad del interlocutor.
.- La predisposición limita la escucha, ir a conversar desde nuestras posturas sin escuchar y comprender las del interlocutor.
.-Poner toda la responsabilidad en la otra persona. En toda situación cada quien tiene su cuota, hay tendencia a ver solo la del otro lado.
– Suponer, hacernos una novela sobre intenciones que no se validan y que terminan por hacernos esclavos de juicios que limitan escuchar al otro desde el bien.
Las conversaciones complejas tienen gran beneficio cuando se logran tener disposición de aprendizaje y cuando se va a ellas desde la creencia de aportar entiendo que ambos son arte y parte del asunto.
Algunas preguntas que suelo hacerme para dar el paso para conversar: ¿La persona y la relación me importan? ¿Lo que necesito abordar es algo que de no hacerlo me aleja o no me permite estar a gusto? ¿Para qué quiero conversar? ¿Cuál es mi responsabilidad en eso que quiero conversar? ¿Hacerlo me dará paz? ¿Estoy dispuesta a escuchar para entender? Si la respuesta es sí, lo demás, aunque sea complejo termina siempre en alivio.
Y tú, ¿Cómo te preparas para tener una conversación compleja?
NAM/Laura Colmenares