jueves 25 de abril de 2024

¡EFEMÉRIDES! #31Ago Un día como hoy muere la escritora Lucila Palacios

La narradora, dramaturga, política y diplomática venezolana, Lucila Palacios, nació en Caracas el 8 de noviembre 1902 y falleció el 31 de agosto de 1994 a los 92 años de edad. Alentada por una ideología liberal, Palacios (cuyo verdadero nombre era Mercedes Carvajal de Arocha) se distinguió por su encendida defensa de los derechos de la mujer, tanto en su condición de senadora (1947-1948) como en el ejercicio de sus misiones diplomáticas, que comenzaron a partir de 1949. Como escritora, dejó una brillante producción narrativa que se inscribe en el subgénero del realismo poético.

Doña Lucila representó al estado Bolívar en la Asamblea Nacional Constituyente de 1947. A partir de 1948 hasta 1952, fue senadora por la misma entidad federal. En 1963 fue nombrada embajadora de Venezuela en el Uruguay, donde rindió una positiva labor, fundamentalmente en el campo de la cultura.

En 1949 es galardonada con el premio literario “Arístides Rojas”. Su obra ha recibido los mejores elogios de la crítica literaria, en particular su novela La gran serpiente (1943). Lucila Palacios fue la primera mujer Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.

El Círculo de Escritores de Venezuela creó en 1991 el Premio “Lucila Palacios”, para designar al Escritor del Año. Con el papel colocado en su pequeña máquina de escribir, dispuesta para la creación literaria, murió doña Lucila.

Su primera novela, fue titulada Rebeldía, data de 1940. A esta obra le siguió una segunda novela, Tres palabras y una mujer (1944), que está considerada como lo mejor de la producción literaria de Lucila Palacios. En ella, la autora narra el desencanto de una mujer casada que, tras haber vivido una feliz adolescencia y un noviazgo no menos gratificante, se ve convertida en una esposa infeliz y desilusionada.

La aparición de Tres palabras y una mujer, causó un gran revuelo en el mundo cultural venezolano, y no sólo por sus valores literarios, ya que llamó mucho la atención -para bien y para mal- el «feminismo desquiciado» que algunos críticos desorientados creyeron vislumbrar en Lucila Palacios.

Sin embargo, desde el primer momento se supo señalar la especial habilidad con que la autora había penetrado en la psicología de la mujer venezolana contemporánea, y su valentía y originalidad a la hora de enfocar un universo -el femenino- en el que la mujer no sólo es el objeto fundamental de la narración, sino también la voz que se narra a sí misma, a sus propios deseos y temores.

NAM/Agencias