Tal día como hoy, en 1865, murió Fermín Toro, político, diplomático, literato y educador venezolano, a los 59 años de edad.
Toro nació en El Valle, Caracas, el 14 de julio de 1806. En 1842 presidió la comisión encargada de preparar en Caracas las honras fúnebres al Libertador Simón Bolívar, con motivo del traslado de sus restos desde Colombia.
En 1846, fue ratificado como Ministro Plenipotenciario para efectuar en Madrid un canje de ratificaciones relacionadas con el acuerdo de paz del 30 de marzo de 1845 entre España y Venezuela.
En 1847, debido a la renuncia de José Félix Blanco, regresó al país y fue nombrado ministro de Hacienda por el presidente José Tadeo Monagas. Al año siguiente se incorporó a las Cámaras Legislativas como diputado por Caracas, pero ante el asalto al Congreso del 24 de enero de 1848, renunció a su cargo.
En 1958, Toro decidió retirarse de toda actividad política. Se residenció en los Valles de Aragua y se dedicó a labores agrícolas y ganaderas, así como a profundizar sus conocimientos de botánica.
Años más tarde participó en la Revolución de Marzo de 1858 encabezada por Julián Castro, la cual derrocó a José Tadeo Monagas. Durante el gobierno de Castro, Fermín Toro fue ministro de Hacienda y luego de Relaciones Exteriores. En este último cargo le tocó resolver el conflicto diplomático surgido en torno al cumplimiento del Protocolo Urrutia, el cual se comprometía a garantizar la integridad de las legaciones de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, los Países Bajos y España, reseñó nota de Venezuela Tuya.
A mediados de 1858 fue miembro de la convención Nacional de Valencia, la cual presidió y en la que pronunció uno de sus más conocidos discursos sobre la forma de gobierno centro-federalista. Mientras se desarrollaba la Guerra Federal en 1860, fue enviado en misión diplomática a España, Francia e Inglaterra, con la finalidad de explicar la muerte y confiscación de bienes a ciudadanos de esos países como consecuencia del conflicto bélico que estaba viviendo en territorio venezolano. En 1862, regresó y se retiró de manera definitiva de la escena política.
Al final de su vida se dedicó a investigaciones botánicas, cuyos manuscritos fueron recogidos y analizados por Adolfo Ernst en 1872, y a estudios sobre lenguas indígenas. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 23 de abril de 1876.
NAM