lunes 20 de mayo de 2024

¡DISPARO CERTERO! Asesinada por exigir agua limpia y electricidad

El pasado martes, Suad Leyla al Ali salía de hacer la compra en un supermercado junto a su marido. Tenían el coche aparcado en la misma acera, a unas decenas de metros. Justo cuando abría la puerta del vehículo, un joven de algo más de veinte años, según testigos, le disparó dos veces en la cabeza. Otra bala alcanzó a su marido, que fue hospitalizado en estado grave. El asesino tenía un cómplice esperándole en un coche.

El funeral de Suad al Ali, de 46 años, madre de cuatro hijos, se celebró ayer miércoles en la ciudad iraquí de Basora. La víspera, el día del asesinato, se reemprendían las protestas, tras dos semanas de pausa, en una ciudad azotada este verano por un envenenamiento masivo debido a agua contaminada que llevó a más de 100.000 personas al hospital. Pero no solo fue este caso el que provocó las manifestaciones. Desde el pasado julio miles de personas han estado saliendo a la calle en Basora en protesta por los cortes en el suministro eléctrico -con temperaturas superiores a los 40 grados–, por la falta de agua potable, de servicios de recogida de basuras, por el desempleo, por el estado de las infraestructuras en una ciudad que es la capital de la producción de petróleo en Iraq, y por la corrupción.

Suad al Ali, mujer elegante, casada con un funcionario del Ministerio de Educación, era una de las figuras de esta movilización ciudadana. Si en este crudo verano de Basora la represión de las protestas costó la vida, según distintas fuentes, a doce personas en choques con las fuerzas de seguridad, la muerte de Al Ali se puede considerar un asesinato político. La misión de Naciones Unidas en Irak, Unami, ha urgido a las autoridades de Basora a investigar el caso y llevar ante la justicia a los culpables. El Alto Comisionado iraquí para los derechos humanos ha exigido lo mismo al gobierno federal de Bagdad.

Un rumor en las redes sociales pretende atribuir el asesinado de la activista a la tribu de su pareja anterior, mientras que otra versión alude al hecho de que hace algo más de un mes apareciera fotografiada junto al cónsul de Estados Unidos en Basora, Timmy Davis, un hombre que mantiene encuentros frecuentes con la sociedad civil de la ciudad iraquí.

Este último argumento es el que da pie a la sospecha de que puedan haber sido las milicias chiíes de influencia iraní las responsables del crimen. Basora, la ciudad principal del sur de Iraq, se encuentra en el corazón del país chií, y de allí partieron numerosos combatientes para hacer frente al Estado Islámico. La ciudad no ha sufrido directamente la guerra, pero los que han regresado se encuentran con las mismas condiciones de antes, paro, falta de servicios y de inversión cuando son precisamente los pozos de petróleo de la región los que dan riqueza al país.

 

La Vanguardia