viernes 19 de abril de 2024

¡DETALLES REVELADORES Y DESGARRADORES! Más de la triste muerte de un abuelo y sus dos nietos mientras cruzaban el río hacia Colombia

“…alguien me dijo haber visto una niña muerta a las orillas del río y presentí lo peor. Cuando llegué al lugar donde me habían señalado, efectivamente, confirmé mi gran angustia, era mi Yadira que yacía inerte entre el agua y las piedras (…) Yo grité, la llamaba con fuerza, pero ella no me respondía, traté infructuosamente de reanimarla, le apliqué los primeros auxilios, pero ya era tarde. Su cuerpecito estaba tieso, no respondía, no respiraba. La tomé de sus brazos, le limpié sus mejillas, la abracé y todo mi mundo se desbarató”.

Es el relato de Juan Pérez, desafortunado padre que de la noche a la mañana se quedó sin sus dos pequeños hijos, quienes desgraciadamente perecieron al intentar cruzar, junto con su abuelo materno, de 69 años, el río Pamplonita o río Táchira como es conocido el afluente que separa al andino estado venezolano del vecino país de Colombia.

Desgarrador. Sencillamente desgarrador y conmovedor episodio en que se vivió durante esos dos trágicos días por lo dramático de este lamentable hecho con saldo de tres personas muertas.

Al detalle, se tomó toda la reseña del suceso narrada por el diario La Opinión de Colombia.

Los familiares de los niños y el abuelo quedaron destrozados emocionalmente al encontrar a los tres seres queridos sin vida.

Así reseño NAM el suceso el día de producirse

Tomaron el peor camino

Siendo las 3.00 de la tarde de ese fatídico día lunes, Pedro Ascanio, abuelo de los pequeños Anderson y Yadira Pérez Ascanio, de 10 y 15 años, los tomó de las manos y se aventaron al caudaloso río para tratar de llegar al vecino país.

La idea de don Ascanio era averiguar el costo de un viaje hacia El Vigía, estado Mérida en razón a que desde el Puerto de Santander, Colombia, se hace más corto y menos costoso arribar a El Vigía.

La tragedia ocurrió a la altura del barrio San Gerardo, de Cúcuta, luego de que los integrantes de la familia tomaron una de las trochas que viene del sector Santa Rosa, desde el municipio venezolano Pedro María Ureña.

La confusión de Juan

“Él me pidió permiso para que mi niña lo acompañara a esa diligencia y yo le dije que sí, lo que no sabía era que mi mujer le dejó traer al niño”, contó visiblemente afectado Juan Pérez.

Hacia las 6:00 de la tarde, tres horas después de que el abuelo y sus nietos salieron de la casa, Juan Pérez llegó de trabajar a su residencia, ubicada en Santa Rosa, estado Táchira.

Como de costumbre, él preguntó por sus pequeños y le dijeron que aún no habían regresado. Como ya iba a oscurecer, el hombre se preocupó y no dudó en salir a buscarlos.

El papá, angustiado, cruzó el río y llegó hasta la primera vivienda que hay en ese paso informal de la frontera y preguntó si habían visto a sus hijos y a su suegro, pero la respuesta fue que nunca pasaron por ahí.

La desesperación e incertidumbre comenzaron a acelerarle el corazón. El ambiente se fue tornando peor cuando alguien le contó que habían visto una joven tendida en el río y que estaba sin vida.

“Yo enseguida presentí lo peor. De inmediato me dije que era mi niña y corrí. Todo se me venía encima”.

Cuando Juan llegó al punto donde le habían señalado, confirmó su presentimiento: ahí, entre el agua y unas piedras, encontró a su pequeña Yadira. Todo se convirtió en lágrimas, tristeza y resignación, mientras el adolorido padre tomaba a su hija en los brazos.

“Yo mismo la saqué del río. Traté de reanimarla, de hacer todo para que volviera a mí, pero ya era tarde. Su cuerpecito estaba tieso. Le limpie sus cachetes y la abracé”, narró entre lágrimas Pérez.

De inmediato las autoridades colombianas fueron alertadas del hecho y la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) llegó a realizar el levantamiento del cadáver.

Por la oscuridad de la noche, nadie dio con el paradero del abuelo y el niño, sin embargo, ayer en la mañana, la familia inició la tarea de búsqueda y los hallaron.

Los encontraron cerca

“Nadie durmió. Solo de pensar en ellos no pudimos cerrar los ojos. Entonces apenas aclaró el día iniciamos por nuestra cuenta la búsqueda” contó otro familiar de los Pérez Ascanio.

“Arrancamos buscando más abajo de donde apareció la niña –prosiguió- y fue al rato que los bomberos llegaron y junto con otros familiares y los encontraron a unos 200 metros antes”.

Atrapado entre piedras quedó el pequeño Anderson Pérez, muy cerca también estaba su abuelo Pedro. Los gritos desesperantes de toda la familia no dieron espera.

Johana y Andrea Ascanio, dos de las hijas de Pedro Ascanio, se derrumbaron ante el dolor de perder a su papá y a sus sobrinos.

Los familiares intentaban tener consuelo entre ellos, pero el dolor que soportaban les arrancaba gritos y lágrimas.

Los dolientes, oriundos de Norte de Santander, aseguraron que aunque el afluente no está crecido, hay zonas que son utilizadas por las empresas que extraen arena del lugar y sin señalización alguna, dejan huecos enormes que desconocen quienes usan esos pasos informales de la frontera.

“Uno de nosotros se metió y con las manos arriba lo tapaba el agua. Son como pozos que se forman y sin saberlo se convierten en mortales trampas”, dijo otro de los familiares.

Esta tragedia embarga a esta humilde familia nortesantandereana que reside al otro lado de la frontera.

NAM/La Opinión