miércoles 3 de julio de 2024

¡DESAFÍOS DE NARUHITO! Nuevo emperador de Japón enfrentará éxitos de su padre

Cuando el príncipe heredero Naruhito se convierta el miércoles en la 126ta persona en ocupar el Trono de Crisantemo desde el año 660 antes de Cristo, será investido ceremoniosamente con antiguos y resplandecientes atuendos imperiales que incluyen espada y joyas.

Sin embargo, más allá de la parafernalia que acompaña a lo que los japoneses afirman es la monarquía hereditaria continua más antigua del mundo, el nuevo emperador también recibirá una herencia mucho más importante, aunque menos deslumbrante: el profundo y permanente respeto que su padre, Akihito, acumuló durante sus tres décadas de reinado.

Replicar el legado de su padre será el mayor desafío de Naruhito.

El aprecio que muchos japoneses sienten por Akihito, de 85 años, estuvo de manifiesto en su última visita oficial al torneo invernal de sumo a principios de este año. La enorme multitud lo ovacionó de pie, vitoreando y sonriendo mientras sostenían a sus bebés u ondeaban banderas.

Sin embargo, Akihito se ganó este tipo de muestras de aprecio con momentos de mucha menor pompa, como su visita en 2011 en la que acudió con un rompevientos y no con su habitual traje hecho a la medida, para ofrecer consuelo a las víctimas de un terremoto y tsunami que desencadenó fisiones nucleares. Al ingresar al albergue de Tokio en el que vivían los damnificados, se arrodilló en el suelo de madera a escuchar las historias de supervivencia y devastación.

“Me siento agradecido, y esto me ha dado fuerza”, dijo uno de los damnificados tras la visita del emperador.

De acuerdo a la constitución de la posguerra, Akihito carece de poder político, y sus deberes oficiales primordiales son fotografías, visitas ceremoniales y viajes al extranjero, y cada uno de sus pasos es cuidado por la agresiva y controladora Agencia de la Casa Imperial.

Pero, a través de su tenaz proyección a sus súbditos en Japón, y sus expresiones de remordimiento para con los pueblos de partes de Asia que alguna vez fueron saqueados por las tropas de su padre, Akihito ha redefinido el papel de emperador y, en el proceso, se ganó una popularidad mucho mayor a la de cualquier político electo.

“Akihito le deja unos zapatos muy grandes que llenar a Naruhito”, dijo Jeff Kingston, director de estudios asiáticos para la Universidad de Temple en Japón. “Akihito abrió la puerta y Naruhito parece en buena posición para continuar con el trabajo. El problema es que debe ganarse la autoridad moral, no es gratis”.

Desde que Akihito asumió el trono después de la muerte de su padre, Hirohito, en 1989, en muchas formas su reinado ha sido un intento de resarcir el legado, mucho más oscuro, de su antecesor.

Hirohito pasó la primera parte de su prolongado reinado siendo reverenciado como una deidad; reinó las siguientes cuatro décadas despojado de su autoridad, convirtiéndose en un líder mucho menos entusiasta y que, por momentos, lucía desconcertado por el boom económico que transformó a Japón en una potencia mundial para la década de 1980.

La abdicación de Akihito, que se planeó desde al menos 2016, garantizará una transición más sencilla para Naruhito. Pero es el modelo de cómo ser un emperador exitoso el que podría ser el mejor regalo para su hijo.

Antes de la guerra, el culto al emperador era impuesto principalmente por los gobiernos militares, pero Akihito se ganó al pueblo sin ayuda.

Y, por momentos, pareciera que ha sido una sola enorme gira, en la que ha asistido a sus súbditos una y otra vez después de una serie de desastres naturales, en los que Japón es líder a nivel mundial, y defendiendo, entre otras causas, a los enfermos de lepra, a los ancianos y a los discapacitados.

NAM/AP