Lo bueno de la situación del país es lo mala que se está poniendo, diría cualquier optimista opositor que observa las decenas de protestas a diario que protagonizan los trabajadores del sector salud, a quienes se les han unido ahora los empleados de Corpoelec por las mismas razones: el salario no les alcanza ni para comer.
Cuando con represión el Gobierno pensaba que había derrotado las protestas estudiantiles del año pasado, el cuero viejo en que han convertido al país se alza por el otro extremo exigiendo imposibles al Presidente, como equiparar sus salarios al de los militares, a quienes les incrementaron un 2.455% y ahora sus mensualidades oscilan entre 18 millones y 90 millones de bolívares, de acuerdo al rango, mientras a los trabajadores de la salud el gobierno les ofrece un aumento que oscila apenas entre 3 y 9 millones de bolívares.
Y lo que es peor, como dijo el Secretario General de Fetrasalud, Pablo Zambrano, esos aumentos no incluyeron al sector obrero: “El presidente que se dice obrero dejó a los obreros como la guayabera, por fuera”, afirmando que de cualquier modo la propuesta es insuficiente y la lucha seguirá hasta que ofrezcan una cifra digna.
Luego de un mes de protestas, el sector salud sigue alzado, tomando calles y avenidas frente a los hospitales de todo el país, descubriendo sus miserias en pancartas hechas a mano sobre cartones ajados o, como en el caso de algunas enfermeras del Hospital JM de los Ríos , dando un toque de humor al hambre con cartones de huevos como coronas, bandas de “Miss Necesidad” que les atraviesa el uniforme y zapatos elaborados con restos de las bolsas CLAP, la indigna y corrupta medida que ha tomado el gobierno para poder medio contener lo que ya tiene visos de hambruna en todo el país.
El paro constante del sector salud ha sido un evidente triunfo popular porque, sin planificarlo, la protesta ha prendido “candelitas” no solamente en el gremio de la salud sino que ha generado un efecto dominó en otros sectores, cuyas consecuencias son imprevisibles frente a un gobierno en bancarrota. A la lucha del gremio de la salud se han sumado los trabajadores de la estatal Corpoelec, quienes anuncian un paro nacional por las mismas razones. Y por esa ruta también camina el Sindicato de la alcaldía del Municipio Libertador, que agrupa a decenas de otros sindicatos y los cuales llevan años peleando por la firma de un contrato colectivo que data de la gerencia de Jorge Rodríguez, a quien le pidieron el “milagro” de que los atendiera en su momento.
Tan exitosa ha sido la lucha, que el Frente Amplio Venezuela Libre ha organizado un proceso de consulta con todos los gremios para evaluar la posibilidad de un paro general o una huelga nacional. Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV, señaló que el Frente coordinará “la respuesta política” del antichavismo al conflicto laboral: “Este es un Gobierno que ha puesto en condición de miseria a todos los trabajadores, a todos los venezolanos”. De modo que será cuestión de días saber si habrá o no un paro general contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Las más de 60 protestas diarias que se dan espontáneamente en todo el país -por falta de agua, de luz, por la escasez de transporte o de medicinas-, amenazan con transformarse en un gran zaperoco colectivo donde un país completo va a gritar tan alto que su reclamo traspasará finalmente las sordas paredes de Miraflores. Aunque al menos parte del ruido ya llegó a los oídos de Freddy Bernal, Elías Jaua y Earle Herrera, tres “próceres” de este proceso que han tomado un poco más en serio lo que pasa allá afuera y han comenzado a escuchar el crujido de un castillo de naipes que se está derrumbando por donde menos se pensaba.
NAM/EL COOPERANTE