jueves 25 de abril de 2024

¡CONTROLADO! Motín carcelario en Bolivia para demandar servicios de salud

Los reclusos de una cárcel al sur de Bolivia se amotinaron el sábado para exigir mejor atención de salud y se los tome en cuenta en un indulto anunciado por el gobierno para descongestionar las celdas y evitar la transmisión del nuevo coronavirus.

El director de Régimen Penitenciario, coronel Clemente Silva, aseguró a la televisión local que el motín fue controlado, con un saldo de dos policías heridos, en una medida de los presos que refleja el temor que hay en muchas de las atestadas prisiones de la región por el contagio de la enfermedad.

En imágenes de la televisión local se observó a los reos trepados en los techos del penal en la ciudad de Oruro, al sur de La Paz, colgando carteles en los que pedían indulto total.

Uno de los presos aseguró a los medios que uno de sus compañeros murió la víspera y que no lo atendieron debidamente, aunque el Ministerio de Gobierno negó en un comunicado que hubo negligencia.

El gobierno anunció el jueves la excarcelación para los presos hombres de más de 58 años y mujeres de 56 con hijos. Aclaró que no podrán acogerse a esa medida los acusados de violación a menores y los feminicidas.

Estudios del Defensor del Pueblo indican que las cárceles del país están sobrepobladas en un 290%; es decir que hay casi tres reos en un espacio para uno. En 61 cárceles conviven 18.000 presos, un 83% no tiene sentencia.

El indulto no es inmediato. Núñez dijo que un estudio determinará la cantidad de beneficiados con el indulto cuyo decreto aprobado por la presidenta interina Jeanine Áñez deberá ser refrendado por la Asamblea Nacional.

Desde que se declaró la cuarentena obligatoria el 14 de marzo, los propios presos prohibieron las visitas para evitar contagios en las atestadas cárceles.

El país andino registra hasta el momento 255 contagios y 20 fallecidos. En cuestión de cuatro días se cumplirá una cuarentena de más de 20 días que podría ampliarse, según las autoridades.

El Ministerio de Salud prevé que el pico más alto de contagio podría alcanzarse a fines de abril.

En Ecuador, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, dijo que el número de contagios alcanzaba el sábado 7.257 y 315 fallecidos, aunque señaló que sospechan que otras 388 habrían muerto por la enfermedad y que no se contabilizan porque no se les realizó las pruebas a tiempo.

En Argentina, donde se contabilizan 1.975 casos y 83 muertos, la cancillería confirmó a The Associated Press que comenzarán a contabilizar los casos positivos como propios en las Islas Malvinas en la provincia de Tierra del Fuego, aunque los afectados no sean argentinos en ese territorio reclamado por el país sudamericano.

Las autoridades de Islas Malvinas han confirmado en redes sociales cinco casos positivos y estar trabajando con el gobierno de Reino Unido para garantizar los suministros médicos.

Argentina también ofreció ayudar con envío de comida, insumos médicos o test en medio de las restricciones de vuelos a ese territorio bajo control de Gran Bretaña.

El gobierno de Alberto Fernández anunció la víspera la extensión de una cuarentena hasta el 26 de abril, aunque dijo que busca flexibilizar la medida para permitir el funcionamiento de algunas actividades económicas los próximos días.

  “Según las proyecciones iniciales, si no hubiéramos tomado las medidas que tomamos, hoy tendríamos… 45.000 casos”, afirmó.

En tanto, un cordón sanitario seguía rigiendo el sábado en la región Metropolitana en Chile para impedir la salida masiva de autos a zonas costeras con motivo de la Semana Santa.

  En el país andino se registraban 6.927 contagios, 424 más que la víspera, y 8 nuevos fallecidos que elevaban el total a 73.

En Chile se prohibió a su vez las citas a hogares de ancianos, luego de que el viernes sugiera un nuevo caso de coronavirus en el Hogar Italiano, del céntrico barrio de Ñuñoa en la capital, donde se reportaron al menos 18 adultos mayores y siete trabajadores contagiados.

En Uruguay, que registra 494 contagios y 7 fallecidos por el momento, se vivía una jornada tranquila tras la “Operación Retorno” el día anterior del barco Greg Mortimer con pasajeros contagiados y que fueron enviados en vuelo sanitario a Melbourne para el regreso a sus países, Australia y Nueva Zelanda.

  “Se arrodilló, le dio beso a nuestra tierra y se fue. Ahora sí, todos a bordo del avión, a nuestros queridos amigos australianos y neozelandeses les decimos: muy buen viaje y hasta muy pronto”, tuiteó el canciller Ernesto Talvi al despedir a los pasajeros.

En Paraguay, el más reciente reporte de las autoridades sanitarias daba cuenta de 133 contagios y 6 fallecidos. En Latinoamérica y el Caribe hay más de 52.570 contagiados y han muerto más de 2.170 personas por el coronavirus.

Brasil, por su parte, superó el sábado los 20.000 enfermos y llegó a más de 1.100 muertes por el COVID-19, mientras las autoridades del Ministerio de Salud acompañan con atención la situación en tres estados: Sao Paulo, el estado más populoso que reúne el 40% de todos los enfermos, Río de Janeiro y Amazonas que presentan las tasas más altas de mortalidad entre los 27 estados brasileños.  “No es momento de relajar las medidas de aislamiento”, advirtió Wanderson de Oliveira, secretario de vigilancia del Ministerio de Salud, en una conferencia de prensa en Brasilia. En los últimos días, los gobiernos de Río y Sao Paulo reportaron un menor acatamiento a las recomendaciones de aislamiento social, cuando Brasil se acerca al período de pico de contagios.  En la capital paulista, decenas de seguidores del presidente Jair Bolsonaro participaron de un acto de apoyo al mandatario, quien ha minimizado la pandemia y ha pedido a los brasileños que vuelvan a su vida normal. Bolsonaro visitó el sábado la obra de un hospital de campaña en el estado de Goias y saludó a seguidores, desoyendo las recomendaciones médicas para evitar aglomeraciones.

Mientras tanto, la Iglesia católica en México, Guatemala y Honduras se unió para denunciar el trato que estos países están dando a los migrantes en plena pandemia y pedir mayores medidas de protección a la salud tanto para los migrantes como el resto de la población.

La iglesia mexicana ya había pedido hace días al gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador firmeza ante Estados Unidos por el aumento de las deportaciones –incluso en plena noche– y por la devolución de centroamericanos solicitantes de asilo sin atender al debido proceso. Ahora las pastorales de movilidad guatemalteca y hondureña se unieron a la petición.

En un comunicado conjunto emitido durante esta Semana Santa, cuando tradicionalmente se hacían en estos países viacrucis del migrante para sensibilizar sobre los peligros de la ruta, las conferencias episcopales de los tres países denunciaron que México deporte ciudadanos centroamericanos, “especialmente a migrantes hondureños a Guatemala, violando el derecho internacional y dejando a estos ciudadanos hondureños en una situación de total desprotección”.

Asimismo, criticaron que Guatemala permita el paso “aún bajo el supuesto de fronteras cerradas y bajo el silencio cómplice” y que el gobierno de Honduras no haga lo suficiente para atender las necesidades de su población y el control de las fronteras.

Estados Unidos es el país con más contagios del mundo, superando el medio millón de casos, frente a los al menos 3.800 reportados de momento en México, a 350 de Honduras y por los menos 200 de Guatemala.

Según los datos dados a conocer esta semana por la Patrulla Fronteriza, desde que se pusieron en marcha las nuevas medidas para contener el COVID-19 pactadas por el gobierno mexicano y el estadounidense, el 21 de marzo, han sido expulsados de Estados Unidos casi 10.000 mexicanos y centroamericanos.

La pandemia ha infectado a más de 1,7 millón de personas y causado la muerte a más de 103.800 en todo el mundo, según el Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, que basa sus datos en los informes de los gobiernos y las autoridades de salud de cada país.

En la mayoría de la gente este virus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. Pero en algunas personas, sobre todo los adultos mayores y quienes padecen trastornos de salud subyacentes, puede causar enfermedades más graves e incluso la muerte.

NAM – AP