Las autoridades francesas temen que las protestas de los «chalecos amarillos» de este sábado, el noveno consecutivo, sean más radicales que hace una semana, en momentos en que este movimiento antigobierno que había perdido fuelle a finales año parece recobrar fuerza.
«Prevemos un regreso a un nivel de movilización similar al que se vio antes de las vacaciones de Navidad», señaló el viernes el Director General de la Policía Nacional (DGPN), Éric Morvan, en la radio France Inter, en referencia a este movimiento de protesta que agita Francia desde hace casi dos meses. En la capital, «creemos que la movilización será más importante que el sábado pasado y que los grupos presentes serán más radicales», abundó el prefecto de la policía de París, Michel Delpuech, en la cadena de noticias CNews.
El sábado pasado unos 50.000 «chalecos amarillos» salieron a manifestar en toda Francia – de los cuales 3.500 marcharon en París, una cifra en aumento con respecto a finales de diciembre, pero muy por debajo de los casi 300.000 que participaron en las protestas a mediados de noviembre.
El movimiento de los «chalecos amarillos», llamados así porque usan esa prenda para salir a protestar, empezó como una manifestación contra el alza del precio de los combustibles, pero ha derivado en una revuelta contra las políticas del gobierno del presidente Emmanuel Macron.
Para intentar calmar los ánimos, el mandatario centrista ha anunciado una serie de medidas, valoradas en 10.000 millones de euros, para aumentar el poder adquisitivo y reducir la presión fiscal, que incluye el aumento de 100 euros del salario mínimo. Pero aunque el número de participantes en las protestas ha caído en las últimas semanas, la movilización continúa.
– Violencia –
La octava jornada de protestas de este colectivo antigobierno, que reúne a franceses de las clases populares y medias, volvió a terminar con episodios de violencia callejera.
«Observamos semana tras semana una tendencia hacia un comportamiento cada vez más violento», de «pequeños grupos», apuntó Delpuech. Según él, estos grupos tienen en la mira los «lugares de poder».
El prefecto confirmó que se desplegará un importante dispositivo de seguridad el sábado – similar al de mediados de diciembre – compuesto por 80.000 policías y 14 vehículos blindados de la gendarmería.
La prefecta de Cher (centro), Catherine Ferrier, anunció el viernes que firmó un decreto que prohíbe cualquier manifestación de los «chalecos amarillos» el sábado en el centro de Bourges, una ciudad donde se han convocado manifestaciones debido a su situación geográfica central.
En un evento anunciado en Facebook, 2.700 personas confirmaban su participación en las protestas en Bourges el viernes por la mañana y 13.000 indicaban estar interesadas en ir.
El alcalde de Bourges, Pascal Blanc, anunció el cierre preventivo de los edificios públicos, museos y bibliotecas de la ciudad. Asimismo, se retiraron de las calles todos los objetos del mobiliario urbano que podrían ser utilizados como proyectiles por los manifestantes.
Las autoridades esperan también manifestantes en París, donde desplegarán 5.000 policías. Unas 3.000 personas confirmaban en Facebook su participación en una manifestación en La Défense, el distrito de negocios situado al oeste de París, y 15.000 decían estar interesadas.
También se han anunciado manifestaciones en Burdeos, Marsella, Toulouse, Lyon, Estrasburgo, Lille, Nantes y Rennes. Los manifestantes prevén también cortes de carreteras y han lanzado llamados a retirar dinero de bancos.
– Debate nacional –
El gobierno del presidente Emmanuel Macron está adoptando una línea cada vez más dura frente a este colectivo que nació en las redes sociales al margen de los sindicatos y los partidos políticos.
Los manifestantes acusan al gobierno de no escuchar las preocupaciones de los franceses y de llevar a cabo políticas fiscales que favorecen a los ricos. Algunos prometen que no cesarán las protestas hasta que Macron deje su cargo.
El primer ministro Edouard Philippe anunció el lunes que prepara una ley en respuesta a la deriva violenta de los «chalecos amarillos». Entre las medidas anunciadas figura la creación de un fichero con los nombres de los manifestantes violentos, mayores sanciones contra quienes organizan manifestaciones no declaradas ante las autoridades y contra quienes acudan a protestas encapuchados.
Macron espera superar esta crisis, la peor desde que asumió el poder en mayo de 2017, con la organización de un «gran debate nacional» de dos meses de duración con el que busca encauzar las reivindicaciones de los manifestantes y encontrar un consenso.
NAM/AFP