viernes 3 de mayo de 2024

¡AQUÍ LAS CLAVES! ¿Cómo ser una persona más empática?

Comprender a otra persona y ofrecerle apoyo es una expresión de profundo afecto. Escuchar y entender mejor los problemas ajenos nos hace mejores personas y además mejora nuestras relaciones sociales pero no siempre resulta una tarea sencilla.

¿Se puede aprender a ser empático? “¡Sin duda! Se trata de salir de uno mismo y aprender a escuchar atentamente al otro, dejando de lado nuestros juicios, necesidades o valores”, dice Ainoa Espejo, grafóloga y coach de relaciones de Aihop Coaching.

“Juzgar en lugar de escuchar, pasar de la empatía a la implicación personal o no saber decir no, son solo algunos de los errores más comunes, dice el psicólogo Carlos Antonio Rodríguez Méndez, responsable del área Psicología y Mindfulness de Slow Life House.

En cuanto a las relaciones de pareja, como subraya Espejo, la empatía es fundamental. “La pareja suele ser con quien más nos abrimos y más confianza tenemos. Así que, si no tiene en cuenta nuestros derechos, necesidades y deseos, muy difícilmente podremos tener una buena convivencia, y mucho menos una relación sana y equilibrada”, apunta.

Empatía y compasión

¿Requiere la empatía compasión? Como explica Espejo, no necesariamente, “aunque es verdad que van muy unidas y coloquialmente las confundimos. Como explica esta coach, la compasión es un sentimiento que nace del amor. “Cuando sentimos solidaridad y deseos de que los demás no sufran, estamos siendo compasivos. Si además somos capaces de ponernos en su piel y comprender cómo se sienten, estaremos siendo empáticos. Es decir, la empatía es una habilidad de inteligencia interpersonal; es un razonamiento, se basa en la lógica.

Desarrolla tu empatía

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Cómo saber que no eres empática

“Cada uno tiene sus propias habilidades y capacidades, que pueden estar más o menos desarrolladas, entre ellas, la empatía”, dice Espejo. Pero, como dice esta coach, “no tener empatía en absoluto sólo suele darse en ciertos trastornos como el narcisismo, el autismo, la personalidad límite; e incluso en el trastorno antisocial, la sociopatía y la psicopatía (en estos tres casos, además de falta empática, suele haber violencia, criminalidad o desobediencia de normas)”.

Espejo nos hace un listado de señales que te dirán si eres una persona empática o no:

• Te cuesta comprender las palabras y acciones de los demás y cómo reaccionan ellos a las tuyas.

• No te das cuenta de que cada uno tiene su propia forma de ver el mundo y de pensar y que pueden necesitar cosas distintas a las que necesitas tú.

• Te cuesta comprender otros puntos de vista. Crees que tú estás en lo cierto y los demás no. Evitas escuchar y “bajarte del burro” en tus posturas, no cedes.

• Eres egocéntrica y egoísta. Sólo te importa lo que a ti te gusta o lo que te viene bien. Lo más importante para ti es lo que tú quieres.

• Puede que incluso seas narcisista, que te consideres superior o más valiosa que los demás en algún aspecto.

manifestación medioambiental en londres

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• Seguramente no tendrás relaciones demasiado buenas ni equilibradas.

• No tienes mucho tacto al comunicar lo que piensas. No tienes en cuenta cómo le van a sentar a los demás tus palabras o cómo pueden reaccionar.

• Eres dura, brusca; o sueltas las cosas en cualquier lugar, sin tener en cuenta si el contexto o el momento son los adecuados.

• Como te cuesta comprender a las personas, tiendes a ser prejuiciosa y tirar de estereotipos, porque es más fácil que empatizar y comprender a los otros.

• Cosificas, utilizas a los demás como medios para lograr tus objetivos. Eres utilitarista, y puede que incluso seductora.

• Tus relaciones suelen ser superficiales y de poca implicación personal. O puede que incluso las evites, porque te parezcan demasiado difíciles e incomprensibles.

• No tienes demasiados remordimientos tras hacer daño a alguien, así que puede que te cueste disculparte. O quizás lo hagas, si te conviene para tus objetivos.

• Puede que seas de alguna forma agresiva o incluso violenta, ya que no te das cuenta de cuánto hace sufrir tu actitud a los demás.

9 claves para ser más empática

“Las situaciones empáticas resultan un verdadero laberinto en el que se debe contar con la capacidad y habilidad suficiente para poder alejarse del punto de vista propio y acercarse al del otro”, dice Rodríguez Méndez. El psicólogo de Slow Life House nos descubre cómo convertir la empatía en una virtud en ocho sencillas claves.

Empatía no significa pensar igual

La empatía no siempre debe indicar una necesaria semejanza de opiniones y es probable que, en ocasiones, los argumentos no sean totalmente compartidos o justificados.

Escucha activa

Ayudar y empatizar con alguien es saber escuchar. Es prestar atención a sus argumentos verbales, pero también al lenguaje no verbal de sus gestos y actitudes; no interrumpir y dejar el protagonismo a quien reflexiona buscando cierto feedback externo: asentir, mirar a los ojos y mostrarse tranquilo puede ayudar a entrar en detalles complejos.

No juzgues

“Entiendo tu frustración”, “comprendo que actuases de esa manera” son expresiones que evitan juzgar a quien tenemos delante y además son una buena base para mostrar sensibilidad empática.

Pregunta siempre

Conocer si alguien está buscando ayuda o simplemente desahogo es clave. Hay ocasiones en las que el simple hecho de escuchar de forma activa permite al otro poner distancia con sus problemas y comenzar a gestionarlos. Otras veces, aunque no sea de forma tan evidente, alguien nos pide ayuda emocional y es ahí donde se debe entrar a actuar. No se deben ofrecer soluciones a no ser que alguien las pida o las necesite.

No siempre estamos preparados

A lo largo del día los niveles de energía se reducen progresivamente y, con ellos, nuestra capacidad de escucha y atención. Aunque no debamos entenderlo tanto como “gastar” empatía, sino más bien como “invertir” en empatía, esto es, no abandonar a quienes nos necesitan, sino reservarles un tiempo de calidad sin que eso interrumpa nuestro funcionamiento vital.

audrey hepburn en etiopia 1988

DEREK HUDSONGETTY IMAGES

Demasiada empatía tampoco es buena

Quienes constituyen personalidades demasiado empáticas son, a su vez, personas muy influenciables. Esto provoca un profundo agotamiento, teniendo en cuenta que casi siempre parten de la posición de cuidadores o “escuchadores”. Esta fatiga por compasión no sólo provoca cansancio físico y emocional, sino que puede derivar en un riesgo a desconectarse emocionalmente de sí mismos, asumiendo los problemas de los demás como propios.

Aprende a decir no

Empatizar con alguien no debe suponer que accedamos a todo lo que nos proponga, y eso hay que dejarlo claro desde un inicio para no actuar por compasión. La empatía es un ejercicio de respeto, atención y presencia que no obliga a nadie a dejarlo todo de lado por tenderle la mano a otra persona. Decir que ‘sí’ por evitar el conflicto o la tensión no tiene nada que ver con la empatía. Igual que es importante escuchar, cuando lo necesites, deja de hacerlo. Aprende a decir que no. Dedícate un tiempo de soledad e introspección y establece que todo el mundo respete esa burbuja. Desconectar de lo de fuera es una manera de conectar con lo de dentro, sin necesidad de buscar ayuda en nadie más.

Que no nos asfixie

En este sentido, es necesario saber decir que no y tener la autoestima bien fuerte porque si nos pasamos de empatía, es posible que nos apropiemos de las emociones que estamos captando y que lo interioricemos en nuestro cuerpo; tanto como para llegar a asfixiarnos mental e incluso físicamente. Para que la gente se sienta a gusto hablando con nosotros, debemos crear un espacio seguro entre ambos, mostrando curiosidad auténtica para que los demás vean que les estamos escuchando. Lo que nunca debemos hacer es convertirnos en un espejo de sus emociones.

Encuentra el equilibrio

Tu propio bienestar se alimenta de una empatía en equilibrio en la que se hayan establecido límites a las relaciones interpersonales y prioridad a los sentimientos propios frente a los de los demás. Ayudar siempre está a tu alcance sin que eso suponga sacrificar tus propias necesidades, proporcionándote además seguridad en ti mismo y valor a tu tiempo. Cultiva y cuida las relaciones que enriquezcan tu día a día, no aquellas que lo consuman. Si la empatía excesiva te genera un gran malestar y no eres capaz de sobrellevarla, no dudes en pedir ayuda profesional.

 

 

NAM/ELLE

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