miércoles 8 de mayo de 2024

¡ADÉNTRATE A LAS PROFUNDIDADES DE LA VEGA! Conozca como, por qué y quiénes convierten a la parroquia caraqueña en zona de guerra (Videos)

Son las 4.00 de la mañana. Despunta el alba en Caracas como en todo el país, pero, en Caracas, el sol sale un poco más tarde que en Oriente. Hay una población que parece una ciudadela, una micro partícula de la capital, pero que no es tan chica y que tiene sus propios códigos, sus propios estatutos, su propio gobierno y no es bueno.

Doña Elba Rosa Utrera Rodríguez es una abuela, tiene 75 años, de los cuales ella asegura que 55 los tiene en La Vega: “Añoro los tiempos de mi niñez, amaba mi Vega, mi barriada, mis amistades. Aquí todo era sano. Había sus cositas, sí, pero no se compara. Recuerdo un trabajador social que venía por estos lados dos veces por semana, era un maracucho, sí lo queríamos y hacía una labor con los jóvenes, eso se acabó, La Vega se hundió en la delincuencia”.

Llegar a la casita de doña Elba es una odisea. Debes subir las altas y estrechas escaleras de cemento por las cuales, de vez en cuando, baja un chorrito de agua que mantiene medio mohosos los escalones.

Mientras subes, vez a todo tipo de gente bajar y subir, en su mayoría con asombrosa rapidez por esas escaleras. Observas muchos carajitos ‘pericuditos’ algunos chiquititos desnuditos, o sentados con sus culitos pelados sobre el frío bloque de cemento, riendo y jorobando.

Luego, llegas a una zona alta que, al levantar la vista y panear, pareciera que estuvieras más cerca del cielo –por lo alto, solo por eso- y observas a tu alrededor la ranchería, en su mayoría de bloques rojos sin frisar.

Lo más insólito es entrar a casa de doña Elba Rosa Utrera; debes tocar una puerta de madera contigua a una calleja y decir, a quien te abra, que vas donde Elba Rosa, entonces, éste te da acceso por la sala de su casa, atraviesas el pequeño rectángulo de sala y sales a una especie de enramada con una escalera de concreto que debes bajar.

Una vez bajas la escalera, un pequeño espacio que pudiera llamarse porche, pero que no es tal cosa, te deja ver una puertecita de hierro pintada de blanco, toda curtida por donde está el cerrojo y ahí entras al ranchito de Elba Rosa. Te consigues de entrada con la propia cocina, muy angosta y hacia tu derecha la sala, un poquito más grandecita, con sus viejos muebles de tela y una mesita cuadrada con cuatro sillitas y un mantel separan aquella sala de la cocina, todo en una misma área cuadriculada.

La sala tiene dos ventanas, son de madera. Las hojas se abren como puertecitas de madera y por ahí entra una brisa fría muy sabrosa y, desde luego, observas La Vega en todo su esplendor, con la inmensa montaña verde que tiene en frente, por donde operan y se enconchan las bandas criminales, tal vez más osadas de Caracas.

Con un dejo de nostalgia y añoranza, Doña Elba habla y sus ojos se fijan en una tazita de café recién colado que sostiene en sus manos morenas sentada en la mesita de madera de su pequeño rancho. La mesa, está cubierta por un mantel de hule de florecitas y cuatro taburetes con cuero de vaca, son las sillas que todos los días dan aposento a ella y a su familia.

Con ella viven: Su hija con sus dos hijas –las nietas de su alma- son dos adolescentes de 13 y 15 años. Vive un nieto, hijo de un hijo de ella que le mataron en La Vega, vive el esposo de su hija y padre solo de una de las dos nietas adolescentes.

“Cada vez que esas carajitas salen por esa puerta, a mí se me pone un nudo en la garganta. Esas carajitas no entienden lo que aquí pasa, les da emoción oír los disparos, a todos en general, se volvió algo cotidiano, pero que vuelve loco a los más jóvenes, los atrapa”.

Un pequeño radio, viejo y manchado de grasa, deja escuchar las noticias matutinas en una esquinita de la modesta cocina de doña Elba Rosa: “Aquí te tienes que parar temprano a ver si dieron agua, sino tienes que mandá a esas carajitas pa’ allá abajo, pa’ la pilita, a busca un bidoncito de agua, al menos pa’ cociná y pa medio lava”.

Pero ya los gallos no cantan en La Vega. Sus melodías mañaneras fueron sustituidas por el rugir de las balas. Ristras de disparos son la comidilla a mediodía, de tarde, en la mañana. Es el ritmo con que despunta y descansa La Vega, si es que de descansa.

Hoy mismo es un ejemplo

Habitantes de La Vega en Caracas viven una situación tensa tras fuertes tiroteos en la zona, según reportes en la red social Twitter publicados este miércoles 2 de junio.

La periodista Claudia Saturno indicó que el evento comenzó con una fuerte explosión. Otros ciudadanos informaron que esta eventualidad viene ocurriendo desde la noche del martes.

“Seguimos metidos en el baño desde anoche porque esta plomazón no ha parado”, comentó @reyna_bernal.

No terminaba el reloj de marcar las 5.00 de la mañana cuando comenzaron las detonaciones en La Vega.

Bandas de delincuentes buscan ejercer control sobre esta zona desde hace semanas con tiroteos esporádicos, mientras las autoridades siguen ausentes.

Las bandas criminales, lideradas por «El Coqui» y otros seudolíderes, se atrincheran en zonas estratégicas de la montañosa barriada para repeler y atacar a las autoridades policiales que acuden en procedimientos.

Además, cuentan con instrumentos de alta precisión, como miras telescópicas y hasta drones con los cuales monitorean toda la zona.

¿Qué fue lo que pasó, por qué en La Vega?

La figura central en todo este misterio es Carlos Luis Revete, alias «El Coqui», el depositario del poder en el distrito Cota 905.

Un reportaje realizado por el portal InSight Crime ha informado previamente cómo el control que ejerce Revete sobre su banda y su territorio se ha basado en un acuerdo de «zonas de paz» con las autoridades, vigente al menos desde 2017, quienes en general no lo molestan mientras él mantenga la tranquilidad. ¿Cuál tranquilidad?

Gracias a este acuerdo tácito, la megabanda ha consolidado su control sobre las economías criminales tanto dentro de la Cota 905 como en sus alrededores, alentada por las restricciones internas al ingreso de la policía al distrito.

Desde entonces, la banda de ‘El Coqui’ ha llamado ocasionalmente la atención de las fuerzas de seguridad, pero la policía generalmente deja de perseguir a los miembros de la organización más allá de las fronteras de la Cota 905.

Alexander Campos, director del Centro de Investigaciones Populares de Venezuela, planteó a InSight Crime su hipótesis de por qué la banda de ‘El Coqui’ emboscó a la policía en Los Laureles a finales de enero.

“En las raras ocasiones en que la policía ha entrado a la Cota 905, la incursión generalmente ha terminado en violencia, de manera muy similar a lo ocurrido esta vez”.

Explica que “El Coqui no tiene ningún acuerdo que le conceda impunidad a su banda en La Vega, lo que permite entender la fuerte respuesta policial frente a su reciente intento de expansión. Y aunque al parecer Revete percibió una oportunidad de expansión, quizá minimizó los riesgos”.

Tanto Román Camacho, reportero de Sucesos, como Campos dijeron a InSight Crime que los hombres armados involucrados en los enfrentamientos de La Vega no eran directamente miembros de la banda de Revete.

“En lugar de eso, parece que ‘El Coqui’ se valió de una alianza con otra banda, liderada por alias ‘El Torta’ con el fin de apoderarse de La Vega”.

Camacho y Campos dicen que su información apunta a que los hombres de ‘El Torta’ estaban luchando contra las FAES.

Esto encaja con la estrategia habitual de Revete. Sus habilidades de negociación no solo le han ayudado a evadir la persecución del gobierno, sino que además le han permitido negociar alianzas con otras bandas en diferentes sectores de la Cota 905 y consolidar su control.

Sin embargo, el grado de violencia ejercido por las autoridades llama la atención, incluso a la luz de los cruentos estándares de las FAES.

Esta unidad policial suele ser desplegada como una fuerza de primera línea para repeler elementos criminales difíciles y no han vacilado en ejecutar a grupos que operan en «áreas vetadas» o a quienes no están dispuestos a someterse.

Las acciones previas de la unidad policial han motivado críticas directas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pero esto no ha generado ningún cambio en sus tácticas.

La expansión de las megabandas

La invasión a La Vega representa el primer intento conocido de expansión de Revete, incluso cuando fue orquestado a través de un aliado. Varios factores pudieron haber motivado el ataque; desde razones de seguridad hasta necesidades económicas.

Si bien el control que Revete ejerce en la Cota 905 es indiscutible, no tiene muchas opciones de expansión allí.

La Vega es un barrio más grande y desarrollado, como afirma Luis Izquiel, abogado venezolano que se ha dedicado a investigar las megabandas. Por lo tanto, tomar el control de La Vega le proporcionaría a la banda de ‘El Coqui’ nuevas fuentes de ingresos importantes, como la extorsión y la venta de drogas.

Campos concuerda con esta última afirmación, y agrega que “las megabandas necesitan expandirse para poder ofrecer suficientes ingresos a sus miembros. La crisis económica del país, exacerbada por la pandemia, quizá ha acelerado esta necesidad, dado que varias economías criminales están generando ingresos significativamente menores en relación con el año anterior”.

Camacho, quien ha realizado un buen número de reportajes sobre la banda de ‘El Coqui’, también señaló que, por su ubicación, “La Vega sería más útil como base desde la cual la banda podría llevar a cabo secuestros en otros sectores de Caracas”.

Aunque la prohibición de los secuestros fue una de las condiciones para el acuerdo de «zona de paz» de ‘El Coqui’ con las fuerzas de seguridad, el grupo hizo varios intentos fallidos de secuestro en 2020, que por lo general terminaron en tiroteos.

Una visión más a la raíz

Para el ex director del Cuerpo Técnico de Policía Judicial (CTPJ) mejor conocida en su época como Policía Técnica Judicial (PTJ) y posteriormente del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), Miguel Dao, la siembra del terror en La Vega comenzó con las conformaciones de las llamadas Zonas de Paz.

“La criminalidad en la zona es el fruto de la violencia, tráfico de drogas, secuestro, extorsión y sicariato devenidos de esta ‘oportunidad’ de dejarlos tranquilos si garantizaban tranquilidad”.

Asevera con convicción que “esto es vulgar delincuencia la que está actuando y la que está apoderándose y federalizando a Venezuela, la están haciendo un estado Federal y cada quien se está apropiando del territorio sobre el cual tiene influencia y poder, no tiene sentido, creo que hay que ponerle coto, pero con inteligencia”.

Falta de voluntad “por algún tipo de interés” dice Dao, que mantiene a La Vega en zozobra permanente: “Lo que sigue pasando en la Cota 905 no obedece a imposibilidades de los cuerpos policiales y militares de contener todo aquello. Lo que sigue pasando es porque falta voluntad de quien debe tenerla para simplemente acabar con aquello”.

Se convirtió en un modo de vida –a juicio del experto y también jurista- en quienes ejercen el dominio vía hampa, del secuestro y la extorsión: “De ello se sustentan estas bandas criminales, lo del secuestro es una fuente de economía y, a pesar que la situación pandemia ha entorpecido el tema del secuestro express, que era una modalidad muy arraigada que venía tomando fuerza, los criminales, muy bien estructurados, saben a quién van a secuestrar y cuánto pudieran obtener por liberarlos”.

“Mismo pasa –prosigue- con la extorsión. Son dos elementos que van de la mano. Ellos (las bandas) tienen muy claro hacia dónde ir, a quiénes atacar y cuánto podrían obtener de todo eso, por tal motivo, la operación que hay que hacer ahí no es precisamente la que han venido haciendo, porque la violencia genera o radicaliza la violencia”.

Dao sostiene que “tú no puedes llegar, como cuerpo de seguridad, en un sitio dominado por delincuentes armados, a disparar a mansalva sin saber cuál es tu propósito y luego irte y dejar desolada la zona nuevamente, eso no tiene sentido”.

Dominio y muerte

El 11 de enero de 2021, se produjo el que ha sido el más grande de los enfrentamientos del año en La Vega entre delincuentes y cuerpos policiales con saldo de 24 decesos. Así lo informó el periodista de sucesos Santiago Gutiérrez. Durante ese procedimiento –señala Gutiérrez- se recuperaron al menos 20 armas de fuego entre R-15, fusiles Ak-103, fusiles AT-4, granadas y pistolas calibre 9 mm.

En los últimos días de 2020, comenzó a circular información acerca de que la banda de El Coqui —que controla el barrio Cota 905 y es uno de los grupos criminales más grandes de Caracas— estaba tratando de expandirse hacia al barrio de La Vega.

«Desde el 29 de diciembre, la gente de ‘El Coqui’ montó una especie de garita de la que se encargan unos muchachos que [están aplicando] una especie de toque de queda», le dijo un habitante de la zona a El Pitazo.

¿Hay solución para La Vega?

Hay que hacerlo con inteligencia, después con una intervención quirúrgica y luego con permanencia, en base a estos tres postulados es que pudiéramos entender que cualquier acción a la postre pudiera tener buenos resultados”, dijo el experto en seguridad”.

Dao explicó que no se debe llegar a una barriada, disparar a mansalva, no saber qué se está haciendo, ni cuál es el propósito, así como tampoco abandonar el sitio del conflicto. Precisó que para atender situaciones como las que se han presentado en la Cota 905, El Valle y La Vega, el primer “postulado” es intervenir con inteligencia.

“Reclutar personas de la zona, o inyectarlas para empezar a radiografiar desde el interior todo lo que está pasando en la Cota, después de haber reclutado a la gente, hacer unos ejercicios de penetración con detalles”.

Dao advierte que los enfrentamientos son un gravísimo error para abordar el problema: “Ha corrido y seguirá corriendo sangre de mucha gente inocente con los enfrentamientos y no estás resolviendo nada, las células dominantes del hampa y la delincuencia organizada en La Vega, en El Valle y en otras zonas álgidas van a seguir allí después de los enfrentamientos y los que mueren son personas inocentes”.

Ha transcurrido la mañana y ya doña Elba Rosa tiene montado parte del almuerzo, advirtiendo a Yorvith, su nieto, que ya la bombona de gas se está acabando. La ráfaga cesó con el salir del sol, pero de seguro a mediodía retumbará de nuevo.

“…y entonces hay que corre pa’l baño, tirarse al suelo, ponerse detrás del mueble, como si una bala de esas no perforara esa vaina y si las carajitas andan por la calle, bueno, ya sabes, se me alebresta ese corazón que debo tomarme una vaina pa’ no morirme de un infarto”.

Parroquia La Vega, Caracas.

Está ubicada en el centro-oeste del Municipio Libertador. Limita al norte con las parroquias El Paraíso, Antímano y Santa Rosalía; al sur con las parroquias Coche, Caricuao, El Valle y Antímano; al este limita con las parroquias Coche, Santa Rosalía, El Valle y El Paraíso; al oeste limita con las parroquias Antímano, Caricuao y El Paraíso.

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