En medio de un clima nacional en el que se respira una tensa calma por el efecto burbuja de la aparente reactivación de la dinámica económica con el «efecto dólar», la inestabilidad política radica entre los dos grupos que se diputan el poder: el de Nicolás Maduro y el de Juan Guaidó, pero en la población venezolana hay una marcada inestabilidad social que, a la larga, podría generar una inestabilidad política mucho más intensa sumada a la pugna entre el chavismo y la oposición.
El gran reto de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, para este año, y luego de regresa de su gira internacional de dos semanas por Europa, Canadá y Estados Unidos, es concentrar esa tensión social para convertirla en una fuerza política civil que ponga en peligro el férreo control con el cual Nicolás Maduro y el chavismo detentan el poder absoluto del país, sobre todo en el plano territorial-militar.
“Según los anuncios hechos por Guaidó, pareciera que viene una política combinada entre más sanciones y protestas de calle”, dijo en una entrevista para el medio digital HispanoPost el politólogo Ricardo Sucre Heredia, profesor de la UCV.
Por lo tanto, Guaidó deja entra entrever así que su proyecto de transición depende inexorablemente de la combinación de dos elementos clave: el financiero y el político. El primer a partir de las sanciones de EEUU para debilitar la estructura de poder que Maduro sostiene con los recursos del Estado, sobre todo el oro y el petróleo. Y la segunda, mediante la generación de ingobernabilidad social a través de la presión civil en protestas convocadas y aupadas por la figura de liderazgo del propio jefe del Parlamento.
«El líder opositor seguirá insistiendo en el famoso quiebre con sanciones que produzcan una masa crítica que genere protestas y conduzca a una elección presidencial tal como planteó en 2019», según el analista.
Es decir, Sucre considera que la alteración del orden civil mediante la presión política y económica que generan las sanciones, que provocan que el Gobierno se vuelva más autoritario, es la fórmula para desencadenar un efecto político definitivo que arroje uno de dos posibles escenarios: elecciones presidenciales o negociación del poder para una transición.
Por su parte, Daniel Santolo, también politólogo y profesor universitario, advierte que “si la estrategia es la misma del año pasado, se va a conseguir con el mismo resultado”.
De esta forma, el experto deja entrever que el único efecto posible que podría generar un cambio en el país es la consecución del objetivo único del proyecto de Guaidó, que es la salida de Maduro del poder, aunque el enfoque de la estrategia de sanciones podría variar lo suficiente como para causar un resultado distinto al de 2019, que no fue más que la permanencia del gobierno de Maduro contra todo viento y marea.
“Para mí la estrategia que se presentó el año pasado fracasó porque no logró el objetivo principal, que era el cese de la usurpación, y al no lograrse con esa estrategia debe entonces replantearse. Esa gira internacional en la que se logró el apoyo y reconocimiento de una gran cantidad de países tiene que extrapolarse a una lucha interna por un objetivo claro”, explicó Santolo en otra entrevista a HispanoPost.
La estrategia de Guaidó con su gira internacional consistió en una nueva vía del líder opositor para lograr conformar una red diplomática que presione de manera mancomunada por la realización de unas nuevas elecciones presidenciales o por la negociación de una transición política que reduzca los acelerados efectos expansivos de la crisis económica y social del país.
Ricardo Serrano