La crisis política del país se profundiza a medida que comienzan a sentirse con más fuerza y repercusión social los efectos de la grave crisis económica actual. La falta de resultados concretos en el cambio del estatus quo en el clima nacional le ha pasado factura a los dos polos de poder que se disputan el control del Gobierno.
Y es que hay dos hechos políticos al cierre de 2019 que no pasan desapercibidos para el director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas: Por un lado, el descenso en el apoyo a Juan Guaidó, que todavía sigue siendo alto porque se ubica en alrededor de 45%. Y por otro, que el chavismo se erosiona cada vez más, hasta el punto de que el mismo chavismo duro (radical) pone en duda que Nicolás Maduro deba seguir en el poder.
Esto se debe a que actualmente el chavismo se encuentra dividido en torno a la dualidad de una estrategia que no todas las filas de la izquierda venezolana parecen compartir en consenso: seguir subsistiendo en el control del poder a pesar de la fuerte presión internacional y las sanciones de Estados Unidos.
En el sector oficialista “cada vez son más visibles los síntomas de desgaste y erosión”, lo cual “es una oportunidad para el bloque opositor”, oportunidad “que puede ser aprovechada o no”, subrayó Seijas en el contexto del foro Perspectivas, organizado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB.
Y en el seno de la oposición, la élite de partidos del G4 tiene una línea política muy marcada por las fisuras internas que se han formado ante la falta de efectividad y materialización de una nueva correlación de fuerzas políticas para lograr el proyecto promovido por Guaidó, que es la transición de poder en Venezuela.
“El liderazgo de Guaidó todavía se mantiene. Él se mantiene como el referente de los sectores opositores”, sostuvo. “¿Ha habido un desgaste? Sí ha habido un desgaste”, vinculado con las expectativas no satisfechas, pero todavía tiene niveles altos de aceptación.
Ricardo Serrano
