viernes 29 de marzo de 2024

¡EMERGENCIA HUMANITARIA! Conversaciones de paz sobre Yemen en Suecia

Por primera vez desde 2016, este jueves se iniciaron en Suecia unas conversaciones de paz entre el gobierno y los rebeldes de Yemen, en un contexto de emergencia humanitaria, donde ambas partes plantearon nuevas exigencias a última hora.

Estas negociaciones, auspiciadas por Naciones Unidas, empezaron con un llamado del mediador de la organización a aprovechar esta «oportunidad única» para encaminar hacia la paz a este país devastado por cuatro años de guerra que dejaron más de 10.000 muertos y llevaron a 14 millones de personas al borde de la hambruna.

«En el transcurso de los próximos días tendremos una oportunidad única para hacer avanzar el proceso de paz», declaró Martin Griffiths a la prensa en presencia de las delegaciones del gobierno yemení -apoyado por la sunita Arabia Saudita-, y los rebeldes chiitas -respaldados por Irán-.

Pero ni beligerantes ni observadores se hacen muchas ilusiones sobre las probabilidades de avances.

Poco antes de la apertura de negociaciones, gobierno y rebeldes plantearon cada uno por su lado condiciones.

El gobierno de Yemen exigió el jueves que los rebeldes se retiren de la ciudad estratégica portuaria de Hodeida, mientras los rebeldes amenazaron con impedir que los aviones de la ONU utilicen el aeropuerto de la capital, Saná, si las conversaciones en Suecia no logran la reanudación del tráfico aéreo civil.

El aeropuerto internacional de Saná –controlado por los hutíes– se cerró al tráfico comercial civil después de la intervención militar en marzo de 2015 de una coalición progubernamental dirigida por Arabia Saudita en apoyo del gobierno yemení.

Hasta la fecha fracasaron todos los intentos de poner fin a la guerra en el país más pobre de la península Arábiga, que sufre la peor situación humanitaria del mundo, según la ONU.

El mediador de la ONU, el británico Martin Griffiths, acudió en persona a buscar a la capital Saná a la delegación de rebeldes hutíes, que llegó con él a Suecia la noche del martes.

Los representantes gubernamentales llegaron la noche del miércoles a Estocolmo desde Riad.

La ronda de contactos se celebra cerca de Rimbo, en un centro de conferencias del castillo de Johannisburg, un amplio dominio situado unos 60 km al norte de Estocolmo.

Los hutíes «no ahorrarán ningún esfuerzo en hacer que las negociaciones tengan éxito», aseguró Mohamed Abdelsalam, quien dirige la dirección de los rebeldes.

Según el ministro yemení de Información, Muamar al Iryan, la delegación gubernamental «lleva con ella las esperanzas de los yemeníes de poner fin al golpe y restablecer el Estado».

– «Muy pocas esperanzas» –

En la mesa de negociaciones deben figurar sobre todo la reapertura del aeropuerto internacional de Saná, el registro de las zonas minadas por los rebeldes, un alto el fuego y la apertura de corredores humanitarios.

Una fuente diplomática del Consejo de Seguridad de la ONU dijo a la AFP que alberga «muy pocas esperanzas» de que estas negociaciones permitan avances concretos.

Una ronda previa, celebrada en septiembre, terminó con el rechazo de los negociadores hutíes de viajar a Ginebra si no obtenían la garantía de su viaje de regreso a Saná y la evacuación de los rebeldes heridos a Omán.

Unas negociaciones en Kuwait en 2016 fracasaron tras 108 días de transacciones. También se cerró un acuerdo para intercambiar cientos de prisioneros.

Los rebeldes hutíes, que surgieron en 2014 de su bastión del norte de Yemen, tomaron el control de amplias regiones del país, incluida la capital Saná y la ciudad portuaria de Hodeida (oeste), por la que transita la mayoría de la ayuda humanitaria que se envía al país.

El conflicto fue convirtiéndose poco a poco en una «guerra subsidiaria» entre los rivales regionales saudita e iraní, y arrastró a millones de civiles al exilio y el hambre.

Casi 80% de la población de Yemen, es decir, alrededor de 24 millones de personas, necesita algún tipo «de protección y una asistencia humanitaria», según la ONU.

En el conjunto del país hay 18 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, de los que 8,4 millones sufren ya «hambre extrema».

NAM/JOSÉ VALBUENA/AFP