Mario Briceño Iragorry en Mensaje sin Destino advierte el peligro que significa el desconocimiento del pasado y la desmemoria que sufre el pueblo venezolano, en torno a sus derechos en la construcción de su historia. De ahí, los esfuerzos por develar los desmanes de la manipulación intencionada o no, de la que ha sido objeto nuestra memoria histórica. En efecto, la historiografía venezolana del siglo XIX, más allá de sus aportes, nos ofreció una historia sobredimensionada y sesgada que en nada ha contribuido al fortalecimiento de una conciencia histórica con vocación militante en su devenir.
Hoy, muchos coinciden en que esta historiografía forjo los elementos ideales para la sumisión, aversión y desconocimiento de nuestra historia; al igual, que sustentó una visión maniquea, individualista, acontecimental, heroica, mítica y anecdótica que por mucho tiempo impuso y legitimo una historia a medias que solo dio la palabra a los vencederos-, patriotas-, y en consecuencia, cercenó, excluyó e invisibilizo a los vencidos-,realistas-, generando vacíos y tendenciosas interpretaciones que en nada han favorecido la real y justa dimensión de nuestro proceso histórico.
Lamentablemente esta historia institucionalizada oficialmente invisibilizo, excluyo y silencio intencionalmente no solo hombres y mujeres que afectos o no a nuestro ideal de patria militaron en defensa de su ideal. También hechos de gran significación histórica han compartido esta especie de “suerte”, y forman parte de esa historia. La Batalla Naval del Lago de Maracaibo ha sido uno de ellos.
A pesar de la copiosa producción historiográfica al respecto, me atrevo a decir que es muy poco lo que sabemos de sus significados e importancia para la liberación y consolidación definitiva del ideal de unidad y soberanía patria; es decir del proyecto bolivariano. Menos conocemos aun de los actores involucrados, las referencias en su mayoría remiten a dos o tres actores.
Hoy tenemos el compromiso de atender a lo que muchos historiadores hemos llamado la historia de los pueblos, en y desde la descolonización de su memoria, y así recuperar la identidad colectiva que nos muestra como pueblo luchador con conciencia de su hacer y de su quehacer. A nuestro parecer, saldar esta deuda sería sin duda alguna un aporte invalorable en la comprensión de nuestro proceso histórico. Pensar históricamente es una necesidad.
Sin desmeritar los aportes al respecto, se impone superar la “deslegitimación”, el ocultamiento y olvido no solo de los vencedores; también de los vencidos, amén de los esfuerzos historiográficos. Hay que volver la mirada entre otros al General José Padilla, Comandante General del Tercer Departamento de Marina y de la Escuadra de Operaciones contra el Zulia; Manuel Antonio Manrique, Intendente y Comandante General del Departamento Zulia; Pedro Lucas Urribarrí, Felipe Faptista, Anselmo Belloso, José de Jesús Infante, Tomás Vega, Luis Celis, Juan Evangelista González, León Febres Cordero, Nicolas Joly, Renato Beluche y Francisco María Faría. La visibilización de su participación y aportes en la construcción de la Patria libre y soberana forman parte de los referentes significativos que expresan y evidencian el compromiso colectivo de independencia y soberanía patria.
Igualmente, hay que centrar la mirada en los otros; en los vencidos; también silenciados o simplemente “borrados de la historia”, como lo señala el historiador Tomas Straka.. Entre ellos el Mariscal de Campo Francisco Tomas Morales, Capitán General de Venezuela y Comandante de las fuerzas realistas; y el Capitán de Navío Ángel Laborde, Comandante de la operación naval. De lo que se trata es de una revaloración crítica que supere la visión maniquea y anacrónica impuesta por la historia oficial; y así restituir la historicidad de este significativo hecho.
La Batalla Naval del Lago de Maracaibo ultima de las campañas navales de la Independencia, librada el 24 de julio de 1823 en aguas lacustres no fue un hecho fortuito. Al ser la ciudad portuaria plaza estratégica fundamental, tanto la regencia como los republicanos se propusieron su control y dominio. Ante la ofensiva de Morales que luego de varios intentos logra el 07 de septiembre de 1822 sitiar la ciudad, evidente situación de peligro y amenaza realista, el general Bolívar que marchaba camino al sur, escribe al Vicepresidente de Colombia Francisco de Paula Santander y, le advierte su disposición de regresar y ponerse al frente de las operaciones sobre Maracaibo. Y le insiste “…Si Morales no comete una falta grave… y como vuelvan los nuestros a cometer otra imprudencia como la de Clemente y Sarda, espérelo Ud. en Bogotá.” De inmediato ordena ejecutar las operaciones sobre el Zulia.
En este contexto enero de 1823 define el rumbo a seguir. El 15 de enero el general Mariano Montilla, jefe del departamento del Magdalena ordena el bloqueo de las costas del golfo de Venezuela; el 05 de abril el General Padilla desde Coro avanza hacia Maracaibo y el 07 de mayo fondea varias embarcaciones alrededor de la barra y el 08 de mayo decide forzarla y junto a los zulianos Felipe Baptista, Tomas Vega, Nicolás Balbuena y Pedro Lucas Uriibarri logran entrar al Lago, realizan pequeños combates contra la flota realista.
Llegado el día 24, la escuadra republicana con el Almirante José Prudencio Padilla y el General Manrique al frente. El primero, Jefe de la operación naval; el segundo, Comandante de operaciones en tierra y, la realista al mando del capitán de navío Ángel Laborde y Navarro y como Comandante general el Mariscal de Campo Francisco Tomas Morales, se enfrentan en decisivo combate
La escuadra realista se situó entre Capitán Chico y Bella Vista y la republicana frente a Los Puertos de Altagracia y fue el abordaje de esta última, lo que decidió la victoria, en tres horas de recio combate. La escuadra colombiana tenía 88 piezas, casi todas de a 18, con 872 hombres de dotación en 3 bergantines, 7 goletas y una fuerza sutil, con 13 piezas de diferentes calibres y 327 hombres de dotación, La de Morales compuesta por 3 bergantines, 12 goletas y 16 embarcaciones menores, tenía por todo 87 piezas, entre ellas 18 de a 4, 820 hombres de tropa embarcados y 497 marineros. Laborde sostuvo que era aventurada una acción naval contra fuerzas superiores, pero debió obedecer a Morales, lo cual ocasionó una gran cantidad de fallecidos, heridos y prisioneros del lado realista y la derrota del “gran y temido Morales”.
Así se abrió el camino para las negociaciones con el capitán general de Venezuela, Francisco Tomás Morales, y al concluirlas, éste se vio obligado a entregar los buques, la ciudad de Maracaibo, el Castillo de San Carlos y el Castillo de San Felipe en Puerto Cabello, así como abandonar el territorio nacional. Esa fue la Capitulación que el 03 de agosto de 1823 firmaron Morales, Padilla y Manrique, con la cual se terminó de sellar la Independencia de Venezuela.
Durante las acciones militares de nuestra emancipación, pocas fueron de tipo naval y merecen recordarse: la Expedición Libertadora de Oriente (1813), las expediciones marítimas desde Haití (1816), comandadas por el Libertador, la batalla del Golfo de Santa Fe, la Campaña de Guayana y la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, la más gloriosa y mayor acción naval de nuestra epopeya, donde se inmortalizaron excelsos combatientes: Renato Beluche, Nicolás Joly, Gualterio D’Chitty, Cenobio y Pedro Lucas Urribarrí, Felipe Baptista, Anselmo Belloso, entre otros.
Sin duda la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, que confirmó la gran victoria de Carabobo, no solo reafirma la independencia definitiva de Venezuela; también, asegura la del resto de “Nuestra América”; la Patria Grande. Los triunfos de Junín y Ayacucho lo demuestran. Esta victoria fue la afirmación de la América Unida. De Nuestra América, como lo señalo José Martí.
Se fortalecen y afianzan sus luchas en la defensa de la dignidad de la patria reafirmando sus valores de justicia social, inclusión, igualdad y autodeterminación., la lucha por la justicia social, por nuestros derechos como pueblo. En la Batalla Naval del Lago estuvo presente el pueblo porque la patria no es otra cosa que el pueblo y con el pueblo “Bolívar”, en el Sur.
La defesa de nuestra soberanía y emancipación definitiva, sigue siendo un reto. El compromiso histórico es el de visibilizar y reivindicar a un pueblo que ha resistido y resiste a cualquier tipo de opresión, y con dignidad manifiesta su voluntad irreductible de ser libre y soberano. Hoy con orgullo patrio recordamos que en el Lago de Maracaibo nació el nombre de Venezuela y también se consolidó su liberación.
Un año después de la Batalla Naval el general zuliano Rafael Urdaneta “El más leal y sereno soldado”, como lo califico el propio libertador, es designado Intendente del Departamento Zulia, y por orden expresa del libertador Simón Bolívar se propone organizar el batallón “Zulia”, al que despidió personalmente. Tres goletas y 700 hombres a bordo parten desde las aguas lacustres zulianas rumbo al sur a formar parte del ejército libertario
Ya en Lima, el batallón Zulia recibió el nombre de “Caracas”, mediante decreto del general Antonio José de Sucre, en honor a la ciudad cuna del Libertador. Fue tan destacada la actuación de los hijos de Maracaibo en Ayacucho, que el general Sucre les otorgó el título de “Batallón Vencedor de Ayacucho”.
NAM/Ligia Berbesí de Salazar
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