jueves 18 de abril de 2024

¡«LAS REDES SOCIALES ESTÁN HECHAS PARA ENGANCHAR»! Psicóloga alerta sobre el uso de las redes sociales, pantallas y el contenido porno

La psiquiatra Marian Rojas Estapé indaga en su último libro en la crisis de atención «acuciante» que vive la sociedad actual, inmersa en la búsqueda rápida de las recompensas. En esto las redes tienen mucho que ver y es que, tal y como asegura: «Están hechas para enganchar».

«Recupera tu mente, reconquista tu vida» (Espasa), es el título del nuevo libro de Marian Rojas, en el que pone de manifiesto que cada vez el ser humano es más impaciente, se irrita con más facilidad y le cuesta más prestar atención. Esto hace que hagamos una peor gestión de nosotros mismos, tal y como señala en una entrevista con EFEsalud.

En el libro, analiza temas que van desde la pornografía, el uso de redes y pantallas, hasta la mala alimentación o la soledad, a través de un personaje protagonista, la dopamina, la hormona del placer. Y la autora muestra cómo afecta en la búsqueda de recompensas inmediatas.

«Hay una frase que la gente repite con mucha frecuencia, y es que estamos todos peor que nunca. Como que algo nos está pasando. Y yo buscaba entender cuál era la parte bioquímica, la parte psicológica e intentar poder explicarla a la sociedad», señala la psiquiatra.

El cerebro recuerda lo que le calmó

Con más de tres millones de ejemplares vendidos de sus dos primeros libros en todo el mundo, Marian Rojas hace una radiografía de cómo el ser humano huye del dolor, pero también por qué es necesario para el aprendizaje y cómo junto al placer representan dos caras de la misma moneda. De hecho, explica, el dolor recupera el equilibrio tras un exceso de placer.

Y con varios ejemplos muy prácticos e ilustrativos expone al lector cómo el ser humano tiende a repetir lo que le hace liberar más dopamina y su cerebro a repetir lo que le calmó. Por eso advierte de que esta hormona puede ser la mejor aliada o la peor enemiga.

De forma que cuanta más dopamina generemos, más querremos repetir aquello que la genera pero tendemos a apartar aquellas actividades que nos resulten «menos dopaminérgicas».

En este sentido, pone numerosos ejemplos. Si cuando jugamos al parchís por nuestra carretera neuronal circulan siete bolitas de dopamina, cuando estamos con un videojuego circulan muchísimas más.

De ahí que una serie de juegos estén desplazando a otros, pero no solo ocurre en este campo, sino en todos. También, por ejemplo, en la comida, ya que se libera menos dopamina comiendo una fresa que un bollo, por eso, el cerebro tiende a querer antes este último que la pieza de fruta.

La pantalla, la falsa sensación de que somos superfectivos

También los likes generan dopamina, las drogas, el porno, las redes…

«Las pantallas lo han hecho muy bien. Nos dan la sensación falsa de que estamos siendo súper efectivos, porque estoy viendo las rebajas de los uniformes del colegio de los niños, estoy enterándome de las noticias, porque estoy sabiendo qué tal están mis amigos, y piensas que no estás perdiendo el tiempo», reflexiona.

Pero el problema, apunta, es que, si ese tiempo se nos va, luego muchas veces nos sentimos culpables por ello y en esa divagación mental «nos torturamos»: «Nos hacemos autoboicot, nos recuerda todo lo que no hacemos bien y entonces corriendo mi cerebro me dice, ‘no sufras vía de escape rápida, dopamina’. Y no somos capaces de gestionarnos a nosotros mismos», abunda.

El porno

En el libro, la autora señala que la industria del porno busca captar la atención de los menores a través de los algoritmos y modificar su sistema de recompensa.

Y de hecho, sostiene Marian Rojas, el porno «se está convirtiendo en la pedagogía de la sexualidad para muchos niños», por eso está a favor de regular el acceso a este tipo de contenidos.

Señala que hay personas que ven un vídeo porno un día y le gusta un 10, y que a medida que va viendo el mismo, le va gustando y excitándose menos hasta que llega al cero, y es al igual que ocurre con las drogas, cuando buscan más dosis para el placer.

«Entonces hay un momento dado que esas personas necesitan meter intensidad a esas imágenes, a esos vídeos, con violencia o con niños y eso es terrible, Hay que regularlo», asevera Rojas, quien asegura que está comprobada la asociación entre ciertas conductas y los contenidos que se ven en internet.

Las redes

Rojas tiene claro que las redes sociales «están diseñadas para enganchar», además, una vez que te has metido en una, ésta ya sabe más de ti que tú mismo, por lo tanto, van a sugerir exactamente lo que más te gusta.

Las redes muestran contenidos distintos con mucha rapidez, a toda velocidad, distrayendo al cerebro en todo momento y cuanta más distracción más autodistracción.

«Estás viendo una película y a quién no le sucede que tiene que comprobar el móvil cada cierto tiempo», explica Rojas, por eso, los dispositivos tienen que estar, a su juicio, fuera de las aulas, pero no solo eso, también es partidaria de que las pantallas no se usen para el aprendizaje en la Educación Primaria.

Abunda en que una corteza prefrontal del cerebro en construcción, como en la infancia, con un sistema de recompensa en auge, lo que necesita es facilitar el aprendizaje y la pantalla lo que hace es distraer.

«Sabemos que la lectura en papel es fundamental, que escribir ayuda a conectar áreas cerebrales», sostiene Rojas; además, a los niños hay que enseñarles el valor de la lentitud, que hay que escribir, y si dicen que es un rollo «pues hay que enseñar que no todo es emoción, que no todo es sentir».

Marian Rojas señala varios argumentos adicionales y es que si las personas que han creado las redes, la tecnología, en Silicon Valley (California, EEUU) han optado para sus hijos por escuelas sin pantallas será por algo.

La soledad

Para Rojas a pesar de que todo el mundo está conectado con las redes, la soledad es un problema de salud pública, porque cuando sales del mundo digital y «quieres conectar con la realidad de carne y hueso» no llega con la misma intensidad que la digital «y hay una sensación de vacío horrible», porque, además, cada vez empatizamos peor.

«El tema de la soledad es de gente de todo tipo, clase y condición», apunta Marian Rojas, quien añade que cuando se desconecta de la tecnología «hay un sentimiento de vértigo muy importante».

NAM/EFEsalud

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